Soy diestra biológica (al menos de mano), pero durante toda mi vida, hasta el momento presente, me he estado comportando como un hombre sin ser consciente.
He rechazado, incluso anulado, los aspectos femeninos que había en mí para poder ser como un hombre. He intentado no ser ñoña, ni dulce, ni tierna, ni presumida, ni suave, ni sensible, ni débil. Al contrario, he buscado ser un pilar, una roca, alguien firme y resistente. Por supuesto, nada de mostrar sentimientos, y comportarse lo más estoicamente posible, como si nada me afectase. Intento por todos los medios no llorar en público. Intento que no se vea que estoy sufriendo o que algo me ha hecho daño. Intento que no se vean mis necesidades. Intento que no se vea el miedo que siento. Porque para mí, todo esto significa ser débil, y mostrarlo es inaceptable.
He intentado ser totalmente autónoma y no necesitar de nadie. No suelo pedir ayuda porque iría en contra de lo que me han enseñado. Me siento mal conmigo misma cuando lo hago.
Mis modelos de mujer son fuertes, duras, guerreras, independientes, y solitarias. Masculinas.
Me he tapado para no dejarme ver. He tapado sobre todo aquello que me hacía femenina: mis curvas, mi aspecto. Siempre he vestido muy discreta en colores, ocultando mi pecho y mis caderas, vistiendo mucho de pantalón y ropas holgadas, masculinas. Nada de hacer ostentación, sobre todo en colores vivos o cosas brillantes. Nada de fantasías, ni pedrerías, ni encajes, ni nada que pueda indicar algo delicado o etéreo. Apenas me he maquillado, y si lo he hecho ha sido de una manera muy suave y discreta. Apenas he cuidado mi aspecto exterior, para no destacar, para no ser vista.
También me he camuflado con mi entorno para no llamar la atención, siendo silenciosa, callada, aparentemente tranquila, colocándome donde menos se me viera o donde mejor pudiera pasar desapercibida.
Nunca me he aprovechado de mi condición de mujer. Por ejemplo, aun teniendo alguna regla bastante dolorosa, he aguantado como un caballo de madera. De hecho, no creo que nadie sepa cuándo me baja la regla. No me gustan las conversaciones en las que las mujeres hablan de sus reglas, como si fuese algo que haya que pregonar. Si se me ha roto una uña o me he hecho una herida, no lo he ido difundiendo a todas las personas a mi alrededor. Me rompí el codo y la muñeca y no me quejé. He despreciado a las mujeres hacían esto.
He despreciado también los trucos de mujer para salirse con la suya o sacar beneficio de una situación, como hacerse la víctima o hacerse la tonta. Tampoco he flirteado para conseguir cosas porque me parecía deshonesto. No visto con escote o minifalda para desviar la atención de los temas que hay que tratar. Exponer la sensualidad y la sexualidad me parece algo inapropiado, porque me hacen un espejo que no quiero mirar.
Voy de compras sola y soy bastante práctica a la hora de comprar ropa. No paso horas probándome ropa, ni visitando cien tiendas, ni pensando en combinaciones maravillosas de colores. Y lo que no es ropa también. No presto atención a los temas de decoración, ni a las joyas. No voy a la peluquería, me tiño yo sola, y aunque tengo un color que me gusta más, tampoco me importa que quede mal.
Sí me gusta hacer cosas de chicas, como ir al spa o que me den un masaje, pero lo hago sola también, no voy con amigas. No tengo experiencias de chicas. No comparto con chicas. No tengo muchas amigas, y las que tengo las veo con cuentagotas porque me saturan.
Me molesta el gallinero que se monta a veces entre mujeres.
No llamo a mis amigas para consultar qué tal están, qué ropa se van a poner, si han ido al ginecólogo, etc.
Siempre me he sentido mejor estando con chicos que con chicas. Siempre los he buscado para ser su colega, no una pareja romántica o sexual. Siempre he querido que me tratasen como un igual, no como a una mujer. Me he comportado como ellos.
He estado en conversaciones muy de tíos y me ha parecido normal. Hasta he participado en ellas, o por lo menos he callado. Eso incluía en varios casos comentarios poco amables hacia las mujeres que suelen tener los hombres cuando están juntos.
Tengo gustos de chicos como los videojuegos, las películas de acción o de ciencia ficción, el heavy-metal, las artes marciales, algo de comics. Conduzco como un tío. He hecho una carrera puramente masculina: soy ingeniero y me he especializado en electrónica. Me he convertido en un hombre de provecho.
En mi mente, soy un hombre. Por eso no tengo pareja. Ni siquiera atraigo a los hombres, porque emano una energía masculina que lo que hace es repelerlos. Su sitio ya lo ocupo yo. Ellos no quieren estar con un tío, quieren una mujer, y no lo perciben en mí. En mí encuentran un colega más (colega raro, pero colega). Quizás pueda atraer a hombres basculados (que no me gustan), pero creo que también los asusto.
Igualmente, si en mi mente soy un hombre, es improbable que pueda concebir, ya que los hombres ni conciben ni gestan.