En estas semanas parece que es más claro cuál es mi proyecto sentido. En parte lo he sabido siempre, solo que quizás no era algo que una quiere hacer consciente. Y me parece una putada estar tan determinado y tan supeditada al mismo. Ahora me toca trabajar en liberarlo y devolverlo. Y es un trabajo no desdeñable, después de tantos años comportándome frente a un programa. Ayer pensaba en que era como asesinarte a ti mismo para poder cambiar. Pero ¿acaso podemos decir que la mariposa mata a la oruga en la metamorfosis? Indudablemente, algo de la oruga quedará en la mariposa, en su cuerpo y en su inconsciente.
Anoche hice una meditación sobre el proyecto sentido, parte del trabajo que tengo que hacer. Me pareció muy bonita, muy tierna, muy emotiva. Qué panzada de llorar me di.
Vi a mis padres, muy jóvenes, muy guapos. Estaban contentos y se querían mucho. Ellos querían que yo naciera, pero sus árboles también. Yo tenía un propósito (como todos). Paz me había dicho por la mañana que incluso aunque los padres no quisieran tener al hijo, los inconscientes familiares quizás sí, y que por eso se produce la vida. Es como si alguien te pensase para crearte. Puro principio de mentalismo.
En el momento de mi concepción, cuando espermatozoide de mi padre se unió al óvulo de mi madre, se produjo una chispa. El milagro de la vida, que tenía un color como rosa anaranjado. El proyecto sentido se materializaba.
Me vi creciendo como embrión. Más bien, me sentí embrión, creciendo, explorando mi cuerpo, descubriendo mi entorno, jugando en el líquido amniótico como un pequeño astronauta en el espacio unido a la nave por un cordón.
En un momento concreto llegué a conectar con mi hijo. Era él y era yo al mismo tiempo. Fue muy tierno.
Luego crecí y fui ocupando el vientre de mi madre. Era un lugar seguro y acogedor. Me sentía bien allí.
Cuando el audio dijo que mi sexo estaba decidido y quei ba a ser una niña, me eché a llorar de emoción. Me gustaba.
Pero cuando llegó el parto, y mi adulta me dio la bienvenida al mundo, ahí lloré como una magdalena. Qué llantina. Me pareció precioso ser recibida por alguien que me quería y que me daba calor y cariño.
Y sin parar de llorar, devolví el proyecto sentido a mis padres. A mi madre le di un pergamino, a mi padre una pluma de ave negra. No tengo ni idea qué significa.
Terminó la meditación y seguí llorando un rato. No quise pararlo para poder desahogarme a gusto.
He dormido un poco regular. Me desperté sobre las 3 porque me dolía el abdomen. Empecé con la regla ayer por la mañana, pero no tenía ningún síntoma. De hecho, ni me ha salido el herpes. Creo que el dolor está relacionado con la meditación.
Y esta mañana, me acordaba de la meditación en el coche, y volvía a llorar. Creo que me queda seguir llorando un poco más.
Estoy liberando memorias.
Anoche hice una meditación sobre el proyecto sentido, parte del trabajo que tengo que hacer. Me pareció muy bonita, muy tierna, muy emotiva. Qué panzada de llorar me di.
Vi a mis padres, muy jóvenes, muy guapos. Estaban contentos y se querían mucho. Ellos querían que yo naciera, pero sus árboles también. Yo tenía un propósito (como todos). Paz me había dicho por la mañana que incluso aunque los padres no quisieran tener al hijo, los inconscientes familiares quizás sí, y que por eso se produce la vida. Es como si alguien te pensase para crearte. Puro principio de mentalismo.
En el momento de mi concepción, cuando espermatozoide de mi padre se unió al óvulo de mi madre, se produjo una chispa. El milagro de la vida, que tenía un color como rosa anaranjado. El proyecto sentido se materializaba.
Me vi creciendo como embrión. Más bien, me sentí embrión, creciendo, explorando mi cuerpo, descubriendo mi entorno, jugando en el líquido amniótico como un pequeño astronauta en el espacio unido a la nave por un cordón.
En un momento concreto llegué a conectar con mi hijo. Era él y era yo al mismo tiempo. Fue muy tierno.
Luego crecí y fui ocupando el vientre de mi madre. Era un lugar seguro y acogedor. Me sentía bien allí.
Cuando el audio dijo que mi sexo estaba decidido y quei ba a ser una niña, me eché a llorar de emoción. Me gustaba.
Pero cuando llegó el parto, y mi adulta me dio la bienvenida al mundo, ahí lloré como una magdalena. Qué llantina. Me pareció precioso ser recibida por alguien que me quería y que me daba calor y cariño.
Y sin parar de llorar, devolví el proyecto sentido a mis padres. A mi madre le di un pergamino, a mi padre una pluma de ave negra. No tengo ni idea qué significa.
Terminó la meditación y seguí llorando un rato. No quise pararlo para poder desahogarme a gusto.
He dormido un poco regular. Me desperté sobre las 3 porque me dolía el abdomen. Empecé con la regla ayer por la mañana, pero no tenía ningún síntoma. De hecho, ni me ha salido el herpes. Creo que el dolor está relacionado con la meditación.
Y esta mañana, me acordaba de la meditación en el coche, y volvía a llorar. Creo que me queda seguir llorando un poco más.
Estoy liberando memorias.
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