sábado, noviembre 24, 2018

Aspaldiko Donostia.



Cuatro años desde la última vez que viniera, vieja amiga. El mismo motivo: la maratón de Donostia. Entonces me la salté para poder ir al monte de Sta Clara y visitar el lugar donde él había estado unos días atrás. Mi absurda idea era estar juntos en diferido, compartiendo el lugar. Él nunca valoró este tipo de gestos, ni muchos otros que tuve, así como el amor que encerraban.

Este viaje es diferente. La emoción es también diferente. Ayer miraba el monte desde la Concha y pensaba en sí debía volver a subir y reclamarlo. Pero el mar me llamaba, me pedía centrarme en un momento de conexión conmigo misma. Me pedía enraizarme a la tierra y tomar energía a través de las plantas de mis pies. Arena y agua estaban frescas, pero la sensación era revitalizante.

No habrá maratón finalmente, pero espero que haya un flysch, y una comida con amigos con los que compartir un chuletón y una charla. Espero caminar sobre la tierra verde. Espero abrazar el mar y comulgar con él. Espero que la tierra anestesie mi dolor y mi tristeza. Espero coger fuerzas para seguir adelante, no como un zombie, sino con ilusión por el futuro y por la vida. Espero poder encontrar mi lugar en el mundo.

Y siento que este lugar tiene el poder de reconectar a la vida, porque es tradición y costumbre, raíces y tierra, monte y mar, Mari y Ama Lur. Veremos si es así.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Claro que lo valoraba. Muchísimo.