jueves, noviembre 01, 2018

Coco


Cómo son las sincronicidades. Tenía que ser esta película, no otra, la que viéramos en la noche de Halloween, ya que es exactamente el trasfondo de esta película lo que estoy haciendo en esta época de mi vida. Porque ¿qué no es "Coco" sino la reparación de una historia del árbol familiar? Exactamente lo que estoy haciendo yo.

Miguel es un niño mexicano que viene de una larga tradición de zapateros. El oficio viene de la tatarabuela materna, Imelda, cuando su marido las abandonó a ella y a su hija Coco por la música. Desde entonces la música estuvo prohibida para la familia. Es decir, que la rabia de la tatarabuela fue propagándose de generación en generación hasta llegar a Miguel. Todos fueron zapateros por honrar la memoria de la tatarabuela. Pero Miguel no quiere ser zapatero, porque tiene alma de músico. Miguel está reparando la historia de su tatarabuelo. Hoy, precisamente leía en Twitter lo siguiente: "Las heridas emocionales tienden a propagarse a través de los lazos familiares, hasta que alguien consciente detiene el proceso". Como Miguel, como yo.

Miguel quiere ser músico por encima de su familia, pero va a encontrarse el rechazo frontal de la familia. La víspera del día de muertos, Miguel asalta la tumba de Ernesto de la Cruz, su ídolo musical, quien además cree que es su tatarabuelo perdido. Como el velo entre los dos mundos es tan fino, Miguel acaba en el mundo de los muertos. Para regresar, necesita que uno de sus ancestros le bendiga. Sin embargo, su abuela Imelda decide bendecirle con la condición de que abandone la música. Miguel entonces intentará buscar a Ernesto para conseguir su bendición.

En su búsqueda se encontrará con Héctor (otra casualidad), un muerto que dice ser conocido de Ernesto. Les acompañará Dante, un perro callejero que ha cruzado con Miguel desde el mundo de los vivos. Héctor promete ayudar a Miguel con la condición de que lleve consigo su foto y la coloque en un altar de muertos, para poder así regresar y visitar a los suyos. Héctor vive bajo la presión de ser olvidado y desaparecer, si alguien no le añade a una ofrenda.

Miguel conseguirá llegar a Ernesto, pero pronto descubrirá la historia que se esconde tras el personaje. Ernesto de la Cruz resulta ser un tipo ambicioso y sin escrúpulos que solamente ansía la fama. También que fue Ernesto quien mató a Héctor, que es realmente el tatarabuelo de Miguel, y que eso impidió que Héctor llegara a su familia. Ahora Coco, su hija, que es una anciana muy mayor, está muriendo y con ella el recuerdo de su padre. Miguel, Héctor, Imelda, Dante, y el manticor espiritual de Imelda se enfrentarán a Ernesto para conseguir que Miguel regrese a su mundo. En el enfrentamiento, la foto de Héctor se perderá en las aguas.

Miguel llega a tiempo de encontrarse viva a su bisabuela Coco y solamente con música conseguirá que Coco recuerde a su padre. Encontrarán así el fragmento de una foto que completará la foto del altar. Al año siguiente, Coco habrá muerto ya, pero regresará con toda su familia a visitar a Miguel y a los suyos.

La historia es muy bonita y está muy bien realizada. Hay mucho colorido, como en las celebraciones mexicanas. También hay mucho del folkore de allí. El mundo de los muertos es maravilloso, los muertos son graciosos y vitales (creo que es por ellos el gran número de niñas maquilladas de katrinas este año), y los guías espirituales son tan brillantes y coloridos (me recuerdan a un cuento de porquitos de Guanajuato que leía de pequeña). Pensé que iba a llorar mucho con la historia, porque últimamente lloro hasta con el anuncio del detergente, y porque Cris me dijo que era una película muy emotiva. Pero no lloré. Quizás no enganché tanto como pensaba, y eso que me pareció una película estupenda. Bueno, tampoco era necesario llorar, aunque no me habría importado.

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