miércoles, agosto 08, 2018

Análisis, fruta, y desesperación

Tenía que ir al gimnasio a hacerme unas pruebas y estaba subiendo la avenida. Entonces me encontraba a una persona en sentido contrario. Me sorprendía verla allí porque no era el lugar habitual de sus movimientos. No quería pararme a hablar con ella y pensé que quizás no se habría percatado de mi presencia, y que podría pasar a su lado sin que se diera cuenta. Pero no, se daba cuenta, y lo peor: cambiaba de sentido para venirse conmigo. Estaba claro que su objetivo era contarme sus problemas y desahogarse conmigo. Yo no tenía ninguna gana de escuchar ninguna de sus quejas.

Aun asi yo no era nada asertiva para decirle que me dejara en paz. Se venía conmigo y me pasaba un buen rato cortando sus intentos de lloro. Eso me hacía mas seca de lo normal, pero no podía hacer otra cosa. Encima me veía forzada a acompañarla a una frutería próxima, dónde vendían productos ecologicos. Me molestaba tener que desviarme de mi camino y aparcar mis tareas. Además, no había desayunado por las pruebas, y yo, con hambre, soy un poco agresiva.

La frutería era pequeña, tenía mucho genero, con una gran variedad de frutos, algunos de los cuales ni siquiera conocia. Veía también flores mustias, a las que me empeñaba en echar agua para evitar que murieran. Bajábamos al piso de abajo a xomprar. La tienda estaba abarrotada. Yo quería comprar granadas, que tenían muy buen aspecto, muy maduras y rojas.

Al salir de la tienda, Cris estaba allí. Me proponía dar esquinazo a esta persona e irnos a la clínica. Para entonces ya me había hecho las pruebas y tenía los resultados, pero las guardaba esta persona. Cris decía que podía utilizar las suyas (??). Me parecía bien e intentábamos la huida. Pero esta persona daba con nosotras. No nos echaba nada en cara, pero había reproche en su voz cuando me daba mis radiografías y me decía: como vas a ir a la clínica sin esto?

Cris se empeñaba en guiarnos a la clínica, porque decía que sabía llegar. Esta persona insistía en acompañarme y no cesaba en sus intentos de desahogo. La clínica se supone que estaba cerca, pero callejeabamos mucho. Me dolían los pies y tenía hambre.

Llegábamos a una plaza amplia interior a unos bloques. Me recordaba al Barrio de la Concepción, pero también a la Ciudad de los Periodistas. Cris se iba a tomar cafe, la persona se quedaba a esperarme, y yo entraba en la clínica, que era un local comercial pequeño. Allí había dos mujeres, dos supuestas enfermeras, rubias las dos, con mucha desgana por currar en general. La de la izquierda atendía a una mujer morena de aspecto indiano. La de la derecha me decía que tenía que llamar al 1111. Yo intentaba marcar los números en mi móvil, pero la pantalla se volvía loca y no me dejaba. Exasperada, la mujer me quitaba el movil y me decía torpe. Esto me enfadaba enormemente. Yo le arrancaba el móvil de las manos y le decía literalmente que se fuera a tomar por culo.

Me iba del local, pero no recordaba donde tenía que ir después. Volvía a entrar y preguntaba a la enfermera de la izquierda. La de la derecha me soltaba: "no eres tan lista que todo lo sabes?". Yo la ignoraba y esperaba a que la otra me respondiera. Tenía que ir hacia la izquierda en la plaza.

Salía otra vez y decidía buscar a Cris. Ella me decía que estaba en un bar llamado "Entrevias", dónde habíamos estado unos días antes. No era muy clara y yo para entonces estaba muy contrariada. Le colgaba y empezaba la búsqueda de la cafetería. La otra persona me acompañaba, insistiendo en reclamar mi atención y minando mi paciencia. Buscábamos y buscábamos y no encontrábamos el bar. De repente la persona decía que llegaba tarde al trabajo, que había estado mucho tiempo fuera, y que no quería que su jefe lo mirara mal. Me dejaba sola y yo pensaba que otra vez esta persona volvía a ser egoísta y mirando solamente por su imagen, y por lo que más le convenía en ese momento.

Seguía buscando sin exito. Volvía a llamar a Cris, pero no me cogía el teléfono. Me aparecían mensajes estúpidos de otras personas que solamente entorpecian mis intentos. Estaba desesperada y muerta de hambre.

Llegaba a un parque y allí me encontraba a Suso de Teleco (Suso???!!!). Estaba haciendo estiramientos en una barra de un campo de deporte. Me decía que hacía mucho que no nos veíamos (pues la verdad) y se ofrecía a aacompañarme. Volvíamos a la plaza y entonces me percataba de que ya no tenía conmigo mi bolso, ni mi cazadora, ni mis análisis. No aparecían por ningun lado. Yo me sentia muy cansada y frustrada, y me echaba a llorar.

Entonces despertaba.

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