Otro sueño intranquilo, esta vez con la meteorología revuelta. En esta ocasión iba yo sola conduciendo a gran velocidad, tal vez por la carretera de Colmenar, aunque no era relevante en el sueño. El cielo estaba gris y anunciaba tormenta. De repente, delante de mí, aparecían tres tornados. Me decía a mí misma que era la vez que veía tornados en mi vida, y me causaban una morbosa fascinación a la par que miedo. Pensaba que si aceleraba más, los tubos quedarían a mi derecha y los evitaría, pero al virar en una curva, veía que los embudos estaban en mitad de la calzada y progresaba hacia mí. La única manera de esquivarlos era zigzagear en el espacio entre ellos, y eso es lo que hacía. Al maniobrar a gran velocidad, y quizás impulsada por el aire del remolino, perdía el control del vehículo y acaba en un prado a la izquierda.
Durante unos momentos me sentía compungida y desconcertada. Fuera estaba lloviendo. Abría la puerta del coche para sentir la lluvia en mi cara. Los remolinos continuaban en la carretera. No me parecía estar en un sitio seguro, en cuanto que los tornados podían cambiar la dirección y llegar al prado. La única manera de salir de la situación era volver a la carretera y buscar una vía dede escape por ella. Llamaba a mi padre antes de intentarlo, pero no le informaba de mi estado. Después me metía en el coche nuevamente y arrancaba.
El prado era ahora un descampado en un foso. Había tres salidas posibles. Yo quería ir hacia la izquierda y seguir hacia adelante. La salida del medio era de asfalto y ascendía por una pendiente pronunciada bajo un túnel que daba a un aparcamiento de pago. Elegía esa opción y empezaba el ascenso por la rampa. A mitad de recorrido parecía como si el coche no pudiese avanzar y se fuese a calar. Había ascendido bastante y mi miedo era que el coche pudiese caer hacia atrás. Estaba acojonada. Aun así conseguía meter primera y confiar en que el coche completara la subida. Finalmente lo hacía, pero por los pelos. Me incorporaba al tráfico de salida del parking, y llegaba a la carretera. Ahí despertaba.
Durante unos momentos me sentía compungida y desconcertada. Fuera estaba lloviendo. Abría la puerta del coche para sentir la lluvia en mi cara. Los remolinos continuaban en la carretera. No me parecía estar en un sitio seguro, en cuanto que los tornados podían cambiar la dirección y llegar al prado. La única manera de salir de la situación era volver a la carretera y buscar una vía dede escape por ella. Llamaba a mi padre antes de intentarlo, pero no le informaba de mi estado. Después me metía en el coche nuevamente y arrancaba.
El prado era ahora un descampado en un foso. Había tres salidas posibles. Yo quería ir hacia la izquierda y seguir hacia adelante. La salida del medio era de asfalto y ascendía por una pendiente pronunciada bajo un túnel que daba a un aparcamiento de pago. Elegía esa opción y empezaba el ascenso por la rampa. A mitad de recorrido parecía como si el coche no pudiese avanzar y se fuese a calar. Había ascendido bastante y mi miedo era que el coche pudiese caer hacia atrás. Estaba acojonada. Aun así conseguía meter primera y confiar en que el coche completara la subida. Finalmente lo hacía, pero por los pelos. Me incorporaba al tráfico de salida del parking, y llegaba a la carretera. Ahí despertaba.
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