Visitar Ávalon es cumplir un sueño muy antiguo. Es satisfacer una llamada antigua de reconexión con tu ser. Durante años quise venir aquí, pero no sabía cómo. Fue en un círculo de mujeres hace un par de años cuando oí hablar de una agencia especializada en viajes a lugares sagrados. Así supe de Brocelandia, por ejemplo, pero también de la posibilidad de llegar hasta Ávalon.
Ávalon es una isla mitológica que significa "isla de las manzanas". Es un lugar oculto a los ojos humanos bajo unos velos que descorren para aquellos que realmente buscan y quieren ver. Ávalon, pues, está a caballo entre esta dimensión y la cuarta. Físicamente se emplaza en el pueblo de Glastonbury, en la llanura de Somerset, la tierra del verano. Somerset se encuentra por debajo del nivel del mar, y tiene una larga historia de inundaciones.
Ávalon es el lugar donde confluyen la leyenda artúrica y la leyenda del Santo Grial. Aquí se unen también lo masculino con lo femenino, lo pagano con lo cristiano. Es la integración de la dualidad.
Yo he encontrado aquí un pequeño lugar de visita, vibrante de energía, gracias a las líneas telúricas que cruzan este punto. La energía es muy perceptible, incluso para alguien tan mental como yo, que nunca ha tenido una sensibilidad corporal excesiva. Las líneas las sentí primeramente en la Abadía de Glastonbury, muy especialmente en el altar de la cripta de Nuestra Señora. La mitad del altar se corresponde a la línea de Miguel, la otra mitad a la línea de María (aunque dicen que es la misma línea que se separa y se une a lo largo de muchos puntos). La primera la siento intensa, densa, y mareante, mientras la segunda es más suave, más dulce. Sin embargo, fue en la parte de María donde me sentí totalmente atravesada por una energía que se hundía en el suelo y me arraigaba. Fue una sensación impresionante, porque jamás había sentido semejante chorro de energía en el cuerpo (excepto cuando casi me electrocuto en Pirineos).
También sentí algo parecido cuando llegué al centro del laberinto que hay a la entrada de San Juan Bautista. Al pararme me empecé a sentir mareada y tuve una especie de revelación donde el laberinto había desaparecido y, en cambio, veía radiar ondas desde mi propio cuerpo, creando un campo de fuerza a mi alrededor de tamaño considerable.
La energía te atraviesa y te sientes vivo. Es lo que hace este lugar: te da vida. Es como si estuvieses enchufado a una toma de corriente 24h. Parece que no estuvieses cansado, duermes menos, y comes menos, porque energéticamente estás saciado. La energía te sostiene. Siempre es así, solo que aquí es algo que sucede muy naturalmente.
Otra de mis experiencias significativas sucedió en el Chalice Well, después del ritual grupal junto a la fuente. Una de mis compañeras me preguntó si yo era una sacerdotisa. Le respondí que no. Pero al llegar a los tejos sagrados recibí una fuerte sacudida y una voz interior me dijo: "¿cómo que no eres una sacerdotisa?" Entonces sentí una reafirmación total en esta creencia. Yo era una sacerdotisa. Esto se reforzaría más al llegar al Tor. Desde luego, no recibí respuesta en el pozo, porque yo la había recibido mucho antes de llegar allí.
Durante el camino algo pasó en la cámara de fotos, porque durante un rato, hasta que llegué al pozo, ninguna de las fotos sale nítida. Es como si un hada hubiese estado jugando con los ajustes de la cámara. Aun así son unas fotos preciosas.
Otra experiencia aconteció en la cascada de St Nectan, cerca de Tintagel. Aquí conecté con el agua, mi elemento favorito. El agua me habló y me dijo que era bienvenida al lugar siempre que quisiera. No se refería tanto a una visita física como a algo astral. Me gustaría poder hacer ambas, porque el lugar es bellísimo. Siempre podré recogerme allí cuando la realidad me apriete. Allí podré sentirme amparada.
En Tintagel también conecté con el espíritu del aire, con el viento eterno que sopla en sus acantilados. Se siente un gran poder al dejar que el viento limpie la energía en torno a nuestro cuerpo.
Luego visitamos Stonehenge. Fue un privilegio poder entrar al círculo a primera hora de la mañana, con la energía limpia de la noche. Aquí la siento fuerte, concentrada y masculina. La guía nos indicó el lugar donde se haya un vórtice energético. Fue interesante poder sentir la energía del preseli, la piedra del monumento. Pero mi experiencia aquí fue estelar, nada terrena.
A instancias de una compañera, que sigue a un tal Kai Luz de Sirio (parece que es alguien conocido, pero yo no tenía ni idea), empezamos a caminar el círculo, comenzando por la puerta Este. El ejercicio consistía en recorrer el círculo 13 veces para activar una parte del ADN que conecta con el humano cósmico. Empezamos ella y yo y se nos fueron uniendo más compañeros después. Yo caminaba bastante deprisa. En un momento miré al interior del círculo y vi que estábamos generando una espiral de energía ascendente en nuestro movimiento. Entonces me sentí transportada al sistema solar. Cada uno de nosotros era un planeta y todos girábamos en torno al Sol. Yo seguramente era Mercurio por ser la que más rápidamente andaba. Fue como estar en dos sitios o en dos planos al mismo tiempo. Una parte de mí recorría el círculo, pero otra parte de mi conciencia estaba en el espacio. Fue bastante potente.
Pero el momento cumbre fue sin duda el ascenso al Tor, la colina de Glastonbury. Es el epicentro de la energía del lugar, donde confluyen varias líneas. Dicen que debajo del Tor se encuentra el palacio de Gwyn ap Nudd, el rey de las hadas.
Empecé a subir sin demasiada expectativa, porque la colina parecía un poco exigente para un paseo matutino. Nuestra guía nos habló de que coronar la cima era la culminación del viaje, pero también era el comienzo de nuestra nueva vida. Era asistir al fruto de un esfuerzo.
Al principio empecé a subir deprisa, pero fui perdiendo fuelle, no por falta de tono físico (estoy en forma! ) , sino porque la subida me lo pedía. Me pedía que mirara y me empapara de cada rincón, cada sensación y cada vista. Así llegué a un primer repecho, desde donde se veía Glastonbury, la colina del Espino Sagrado, y los campos alrededor del Tor. Soplaba una brisa ligera, muy agradable. Y entonces mi percepción cambió. Me sentí transportada a otra época, muchos años atrás en el tiempo. El paisaje no había cambiado sustancialmente a mis ojos, pero el pasado y el presente se superponían, se daban al mismo tiempo. Supe que yo había estado allí antes y había sido una sacerdotisa de la Diosa. Conecté conmigo misma en ese lugar hace muchos años. Esto reforzó la idea recibida en el Chalice Well.
Proseguí la subida como si estuviese hipnotizada. La torre de San Miguel se alzaba frente a mí, imponente. Entre ella y yo el camino serpenteando y ascendiendo. Llegar allí era llegar a la iluminación. El camino de la iluminación podía ser duro, pero el premio estaba allí, a mi alcance. Era mi meta y era mi regalo. Era lo que tanto había deseado. Era mi destino.
Subí el camino llorando porque la emoción me embargaba. Cuando coroné escuché una voz interna que me decía: "Por fin estás aquí, bienvenida a casa". Fue tal la emoción, que rompí a llorar como una magdalena. Si hay algo que haya tenido sentido en mi vida, fue estar allí. Fue saber quién soy, quién fui, y el camino que tengo ahora por recorrer.
En la torre de San Miguel una chica me propuso un trabajo espiritual que acepté. La torre tiene dos puertas, una pequeña y otra grande. La pequeña da a Glastonbury, representa el mundo terrenal. La grande queda justo enfrente y representa Ávalon, el cielo, la iluminación. El ejercicio consistía en cruzar al cielo. Se entra en la torre, se dejan allí todas las cargas y limitaciones del mundo terrenal, y se accede al cielo, donde se reclaman los dones y poderes de uno mismo para poder llevarlos al mundo nuevamente. Me pareció algo muy simbólico, pero muy bonito.
Estoy ya de regreso en casa, pero echo de menos Ávalon Echo de menos la energía. Es como si me hubiesen desenchufado y estuviera tirando de batería. Pero si estoy aquí es porque tengo un trabajo que hacer en este lugar. La energía es más densa y de menos vibración, pero mi trabajo debe ayudar a sostenerla. Hemos entrado en Virgo y ahora es momento de planificarse cómo hacerlo. Tengo algunas ideas, pero lo primero es ordenar, que menudo lío tengo en casa. Esto es muy Virgo también.
Volveré a Ávalon y espero que sea pronto. Aunque siempre estará en mi corazón. Estoy unida a ese lugar. Astralmenfe no lo he abandonado.
Ávalon es una isla mitológica que significa "isla de las manzanas". Es un lugar oculto a los ojos humanos bajo unos velos que descorren para aquellos que realmente buscan y quieren ver. Ávalon, pues, está a caballo entre esta dimensión y la cuarta. Físicamente se emplaza en el pueblo de Glastonbury, en la llanura de Somerset, la tierra del verano. Somerset se encuentra por debajo del nivel del mar, y tiene una larga historia de inundaciones.
Ávalon es el lugar donde confluyen la leyenda artúrica y la leyenda del Santo Grial. Aquí se unen también lo masculino con lo femenino, lo pagano con lo cristiano. Es la integración de la dualidad.
Yo he encontrado aquí un pequeño lugar de visita, vibrante de energía, gracias a las líneas telúricas que cruzan este punto. La energía es muy perceptible, incluso para alguien tan mental como yo, que nunca ha tenido una sensibilidad corporal excesiva. Las líneas las sentí primeramente en la Abadía de Glastonbury, muy especialmente en el altar de la cripta de Nuestra Señora. La mitad del altar se corresponde a la línea de Miguel, la otra mitad a la línea de María (aunque dicen que es la misma línea que se separa y se une a lo largo de muchos puntos). La primera la siento intensa, densa, y mareante, mientras la segunda es más suave, más dulce. Sin embargo, fue en la parte de María donde me sentí totalmente atravesada por una energía que se hundía en el suelo y me arraigaba. Fue una sensación impresionante, porque jamás había sentido semejante chorro de energía en el cuerpo (excepto cuando casi me electrocuto en Pirineos).
También sentí algo parecido cuando llegué al centro del laberinto que hay a la entrada de San Juan Bautista. Al pararme me empecé a sentir mareada y tuve una especie de revelación donde el laberinto había desaparecido y, en cambio, veía radiar ondas desde mi propio cuerpo, creando un campo de fuerza a mi alrededor de tamaño considerable.
La energía te atraviesa y te sientes vivo. Es lo que hace este lugar: te da vida. Es como si estuvieses enchufado a una toma de corriente 24h. Parece que no estuvieses cansado, duermes menos, y comes menos, porque energéticamente estás saciado. La energía te sostiene. Siempre es así, solo que aquí es algo que sucede muy naturalmente.
Otra de mis experiencias significativas sucedió en el Chalice Well, después del ritual grupal junto a la fuente. Una de mis compañeras me preguntó si yo era una sacerdotisa. Le respondí que no. Pero al llegar a los tejos sagrados recibí una fuerte sacudida y una voz interior me dijo: "¿cómo que no eres una sacerdotisa?" Entonces sentí una reafirmación total en esta creencia. Yo era una sacerdotisa. Esto se reforzaría más al llegar al Tor. Desde luego, no recibí respuesta en el pozo, porque yo la había recibido mucho antes de llegar allí.
Durante el camino algo pasó en la cámara de fotos, porque durante un rato, hasta que llegué al pozo, ninguna de las fotos sale nítida. Es como si un hada hubiese estado jugando con los ajustes de la cámara. Aun así son unas fotos preciosas.
Otra experiencia aconteció en la cascada de St Nectan, cerca de Tintagel. Aquí conecté con el agua, mi elemento favorito. El agua me habló y me dijo que era bienvenida al lugar siempre que quisiera. No se refería tanto a una visita física como a algo astral. Me gustaría poder hacer ambas, porque el lugar es bellísimo. Siempre podré recogerme allí cuando la realidad me apriete. Allí podré sentirme amparada.
En Tintagel también conecté con el espíritu del aire, con el viento eterno que sopla en sus acantilados. Se siente un gran poder al dejar que el viento limpie la energía en torno a nuestro cuerpo.
Luego visitamos Stonehenge. Fue un privilegio poder entrar al círculo a primera hora de la mañana, con la energía limpia de la noche. Aquí la siento fuerte, concentrada y masculina. La guía nos indicó el lugar donde se haya un vórtice energético. Fue interesante poder sentir la energía del preseli, la piedra del monumento. Pero mi experiencia aquí fue estelar, nada terrena.
A instancias de una compañera, que sigue a un tal Kai Luz de Sirio (parece que es alguien conocido, pero yo no tenía ni idea), empezamos a caminar el círculo, comenzando por la puerta Este. El ejercicio consistía en recorrer el círculo 13 veces para activar una parte del ADN que conecta con el humano cósmico. Empezamos ella y yo y se nos fueron uniendo más compañeros después. Yo caminaba bastante deprisa. En un momento miré al interior del círculo y vi que estábamos generando una espiral de energía ascendente en nuestro movimiento. Entonces me sentí transportada al sistema solar. Cada uno de nosotros era un planeta y todos girábamos en torno al Sol. Yo seguramente era Mercurio por ser la que más rápidamente andaba. Fue como estar en dos sitios o en dos planos al mismo tiempo. Una parte de mí recorría el círculo, pero otra parte de mi conciencia estaba en el espacio. Fue bastante potente.
Pero el momento cumbre fue sin duda el ascenso al Tor, la colina de Glastonbury. Es el epicentro de la energía del lugar, donde confluyen varias líneas. Dicen que debajo del Tor se encuentra el palacio de Gwyn ap Nudd, el rey de las hadas.
Empecé a subir sin demasiada expectativa, porque la colina parecía un poco exigente para un paseo matutino. Nuestra guía nos habló de que coronar la cima era la culminación del viaje, pero también era el comienzo de nuestra nueva vida. Era asistir al fruto de un esfuerzo.
Al principio empecé a subir deprisa, pero fui perdiendo fuelle, no por falta de tono físico (estoy en forma! ) , sino porque la subida me lo pedía. Me pedía que mirara y me empapara de cada rincón, cada sensación y cada vista. Así llegué a un primer repecho, desde donde se veía Glastonbury, la colina del Espino Sagrado, y los campos alrededor del Tor. Soplaba una brisa ligera, muy agradable. Y entonces mi percepción cambió. Me sentí transportada a otra época, muchos años atrás en el tiempo. El paisaje no había cambiado sustancialmente a mis ojos, pero el pasado y el presente se superponían, se daban al mismo tiempo. Supe que yo había estado allí antes y había sido una sacerdotisa de la Diosa. Conecté conmigo misma en ese lugar hace muchos años. Esto reforzó la idea recibida en el Chalice Well.
Proseguí la subida como si estuviese hipnotizada. La torre de San Miguel se alzaba frente a mí, imponente. Entre ella y yo el camino serpenteando y ascendiendo. Llegar allí era llegar a la iluminación. El camino de la iluminación podía ser duro, pero el premio estaba allí, a mi alcance. Era mi meta y era mi regalo. Era lo que tanto había deseado. Era mi destino.
Subí el camino llorando porque la emoción me embargaba. Cuando coroné escuché una voz interna que me decía: "Por fin estás aquí, bienvenida a casa". Fue tal la emoción, que rompí a llorar como una magdalena. Si hay algo que haya tenido sentido en mi vida, fue estar allí. Fue saber quién soy, quién fui, y el camino que tengo ahora por recorrer.
En la torre de San Miguel una chica me propuso un trabajo espiritual que acepté. La torre tiene dos puertas, una pequeña y otra grande. La pequeña da a Glastonbury, representa el mundo terrenal. La grande queda justo enfrente y representa Ávalon, el cielo, la iluminación. El ejercicio consistía en cruzar al cielo. Se entra en la torre, se dejan allí todas las cargas y limitaciones del mundo terrenal, y se accede al cielo, donde se reclaman los dones y poderes de uno mismo para poder llevarlos al mundo nuevamente. Me pareció algo muy simbólico, pero muy bonito.
Estoy ya de regreso en casa, pero echo de menos Ávalon Echo de menos la energía. Es como si me hubiesen desenchufado y estuviera tirando de batería. Pero si estoy aquí es porque tengo un trabajo que hacer en este lugar. La energía es más densa y de menos vibración, pero mi trabajo debe ayudar a sostenerla. Hemos entrado en Virgo y ahora es momento de planificarse cómo hacerlo. Tengo algunas ideas, pero lo primero es ordenar, que menudo lío tengo en casa. Esto es muy Virgo también.
Volveré a Ávalon y espero que sea pronto. Aunque siempre estará en mi corazón. Estoy unida a ese lugar. Astralmenfe no lo he abandonado.
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