sábado, mayo 26, 2018

El amigo perdido

Acabo de perder un amigo. Nueve años de amistad que se han esfumado en un segundo, de una manera bastante sencilla y fluida. Él piensa que yo lo he echado de mi vida, pero no es correcto. No he llegado a decir una frase explícita como "no quiero volver a verte", "se acabó nuestra amistad" o similar, pero él ha hecho una interpretación de la situación y yo le he dejado creer que era así. Yo jamás he echado a nadie de mi vida, aunque es verdad que he colocado a mucha gente en los círculos exteriores, y de ahí se han caído ellos solitos, de una manera bastante natural, diría yo. La gente que está en los círculos exteriores, aunque no saben que están ahí, es gente que tampoco suele esmerarse mucho por mantener mi amistad.

Él piensa que el fin de nuestra amistad es un tema económico. En octubre del año pasado le presté una cantidad considerable que todavía no me ha devuelto. Me juró y me perjuró que iba a hacer un plan de devolución mensual, pero nunca llegó a ejecutarlo. Solamente se lo reclamé una vez, con toda la vergüenza que me daba, y luego lo di por perdido.

Está claro que él se siente culpable por esto, pero no es por mí, es por él. Cree que todo el mundo gira a su alrededor. Le he contado que han pasado muchas cosas que no tienen que ver con él, sino conmigo, cosas que hacen que yo esté más distanciada de la gente. Ni siquiera ha preguntado. Él ha proyectado su culpa sin más, porque quiere sentirse bien él; yo no cuento. A estas alturas me da bastante igual. No es una persona por la que vaya a esforzarme en estos momentos.

Le he pasado mi número bancario. A fin de cuentas es mi dinero y tengo todo el derecho a recuperarlo. Pero le he dicho que si me lo devuelve bien y si no, también. Y lo digo en serio. Lo doy por bien perdido si eso me ayuda a estar tranquila. Este año me he alejado de cuatro personas instaladas en la crítica, éste incluido, y mi vida ha ganado enormemente en paz interior. Porque me envenenaban la cabeza con sus quejas y sus lamentos. Hay gente que no quiere solucionar sus problemas, sino parasitar la atención de otros.  No les deseo mal, pero es mejor tenerlos lejos.

Una parte de mí se siente un poco mal por no intentar arreglar las cosas, pero ¿qué hay de malo en perder personas que son un tanto nocivas? Lo supe cuando lo vi reaparecer en mi mundo en octubre y una voz interior dijo: "Ten cuidado o te arrastrará con él". No llegó a tanto porque desapareció con mi dinero en un giro un tanto rocambolesco. Me contó entonces una historia rarísima que me recordó a la película "The Game". No podía ser más surrealista. Aun así le di el dinero, porque la cuestión no era si me creía la historia o no (algo que cuesta mucho), sino si quería ayudarle o no. Él pidió dinero, yo se lo di. También le escuché. Pero supe que estábamos en dos niveles diferentes y que yo no quería pasar al suyo. Sé que pidió dinero a más personas, pero éste no es mi problema.

El caso es que de momento pierdo el contacto con él. No es mucha pérdida porque tampoco teníamos una relación muy estrecha. Él parecía el Guadiana entrando y saliendo de mi realidad, con silencios muy prolongados, y yo suelo ser desapegada para las amistades hasta puntos insospechados (siempre digo que es algo que debería trabajar más, pero vamos, que el resto tampoco se desvive conmigo). Quizás volvamos a retomar la amistad. Él ya me ha dicho que "tiene las puertas abiertas para cuando yo quiera ir a hablar con él". Qué "generoso". Y qué poco me conoce después de todo. No me extraña, cuando te crees el ombligo del mundo y solamente importa lo que te suceda a ti. Acaba de colocarse él solito un poco más lejos en los círculos. En fin...

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