martes, mayo 29, 2018

El cardenal, la noria y el ascensor

Últimamente sueño mucho. Sueños largos, llenos de elementos y acciones. Se ve que mi subconsciente está atareado. Pero son sueños volátiles que desaparecen como el vapor cuando llega la mañana, y me impiden retener las escenas. Hoy, sin embargo, he sido capaz de capturar tres pequeños fragmentos aislados que, fuera de contexto, poco pueden aportarme. Aun así he sacado lo siguiente:

En el primer fragmento yo estaba dando de comer a un pájaro rojo, de tamaño entre un gorrión y una paloma. Tenía un pico fuerte. Parecía un cardenal, aunque sus colores no eran tan vivos y estaban mezclados con tonos parduzcos. He visto en fotos que algún cardenal tiene esos patrones. Era un fragmento en general agradable, me gustaba darle de comer. Me asustaba un poco cuando el pájaro se agarraba a mi dedo índice para apoyarse.
Este fragmento supongo que está muy relacionado con mi afán de alimentar a los gorriones, algo que hago un par de veces por semana. Quiero creer que los ayudo de alguna manera, aunque sea con un poco de alpiste disperso.
En los recursos de significados las acepciones sobre dar de comer pájaros tienen un carácter positivo. Yo también lo siento como benigno, pero no soy capaz de ir más allá.

En el segundo fragmento estoy montada en una especie de noria de brazos que se vuelve loca. Aun así mantengo la calma y me digo que tengo que esperar a que todo pase. Soy consciente de que puedo morir, pero sé que no puedo hacer nada más que aguantar.
Siento este sueño como una mala situación en la que estoy metida, pero veo positivo la templanza ante la adversidad. Este sueño me recuerda un poco al que tuve no hace mucho, donde las escaleras mecánicas en las que estaban se hundían varios pisos por debajo, y yo mantenía los nervios. Ahora bien, no sé a qué se refiere esa situación.
Sin embargo este sueño me ha recordado aquel día en el Parque de Atracciones cuando monté en el Cóndor (creo que ahora se llama "Rotor").  La puerta de mi cabina no cerraba bien y había mucha holgura. Pensé que podría salirme por el hueco y caer al vacío. Pasé toda la duración de la atracción aferrada a las barras de la cabina, intentando hacer tope con los pies. Lo pasé tan mal que jamás he vuelto a subir al mismo.

En el último fragmento me monto un ascensor que está ascendiendo. Yo pulso el botón del piso 30. Hay 31 pisos en total. Subir en el ascensor me hace sentir aliviada, relajada, incluso liberada. Los recursos de simbolismo también entienden esto como un augurio positivo, como un éxito, como un acierto, o como una buena decisión que se ha tomado. Yo también lo interpreto como algo positivo, aunque vuelvo a estar totalmente perdida sobre su significado.

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