jueves, septiembre 06, 2018

La tienda de piedras

Me ha costado mucho dormirme, no sé bien por qué. Aparentemente estaba cansada y tenía sueño, pero al ir a dormir simplemente no podía, y la melatonina no terminaba de hacer efecto. Para colmo el moola mantra no dejaba de aparecer en mi mente: "Om sat chi ananda parabrahma...".

Aun así he dormido y parte de mi sueño es la visita a una tienda de piedras. No quería entrar porque sabía que terminaría comprando algo, y me resistía. Creo que es porque últimamente estoy haciendo bastantes gastos y quizás son compulsivos. Esto me recuerda la conversación con Charles el martes sobre los vacíos que intentamos llenar en nuestro interior, de una manera u otra, por ejemplo, con compras de cosas que no necesitas.

Me acercaba al escaparate a mirar, eso sí. Iba y venía, atraída por la tienda. Dentro había una mujer morena vestida de azul sentada a una mesa. Creo que me veía en la calle y creo que era consciente de mis dudas. En uno de mis acercamientos parecía que la tienda estaba cerrada, pero en realidad ella había cerrado porque no se sentía segura. Sin embargo abría la tienda para dejar entrar a los clientes, y entonces terminaba por entrar.

No era la primera vez que estaba allí, y conocía la tienda de maravilla. Había trozos de piedras y joyas. En en interior era mucho más estrecha de lo que apreciaba desde fuera, y resultaba difícil moverse con demasiada gente, cosa que me agobiaba particularmente (no me gustan las aglomeraciones en general). Recordaba que la tienda tenía más mercancía en ocasiones anteriores, y no veía nada que comprar. Y quería comprar. Me veo viendo algunas zoisitas transparentes, pero sin gran convencimiento.

Bajaba a la parte inferior de la tienda, donde no había nadie, y podía curiosear a mi antojo. En un altillo descubría varios efectos de desecho, entre otros, colgantes rotos y antiguos papeles de patronaje (esto es de mi madre con seguridad). También había un antiguo cuaderno mío, bantante amarilleado por el paso del tiempo, y cubierto de polvo. Parecía un antiguo diario personal, y el hecho de que alguien hubiese podido leer su contenido me causaba mucha vergüenza. Sin embargo, parecía llevar allí mucho tiempo sin ser tocado. Además, pensaba que hasta la fecha nadie me había hecho un comentario al respecto, así que no pasaba nada.

En la tienda estaba también un hombre que se parecía a Mathias Raus o a Alberto Lobo. Era simpático (ambos los son).

Al salir llovía. Iba entonces acompañada de Macu y Mª Ángeles. Macu tenía que coger el tren y me ofrecía a acompañarla a la estación de Atocha, que yo también podía usar para regresar a casa. Entonces aparecía un bólido de alquiler y ella se apresuraba a cogerlo para poder llegar deprisa a la estación. Resultaba un tanto cómico y yo quería hacerle una foto. Pero llovía bastante y el móvil no funcionaba bien, y ella terminaba por irse. Ahí termina el sueño.
Esta última parte creo que está relacionada con las jornada gastronómica que tuvimos el lunes, que siguió con un café con las chicas. Esto las evocaría ambas, aunque no sé qué significa el resto de la simbología.

No hay comentarios: