Ayer no me encontraba muy bien, que no es más que la tónica de esta semana pasada. Primero esa especie de gastroenteritis, y después el resfriado. Estábamos de celebración y yo cada vez me sentía peor, hasta el punto de pedirle a mi hermana que me dejara subirme a su casa a echarme la siesta, porque no podía aguantar más. Subí, me acosté en su cama, acompañada de su gata, y me quedé dormida casi enseguida. Debí dormir una hora más o menos, lo suficiente para encontrarme mejor al despertar. Sin embargo, lo más reseñable eran el silencio y la soledad. Bueno, no exactamente soledad porque Gladia estaba a mi lado, pero no había humanos. Estaba tumbada en la habitación, en semioscuridad, y el silencio lo ocupaba todo. Me sentía tan bien que no quería salir de allí.
Como chófer oficial tenía que llevar a mis padres a casa, lo cual implicaba volver a mezclarme con los invitados de la celebración antes de poder irme de allí. Mi mente solamente pensaba en mi cama, con mis gatas, y mi libro. Me estoy leyendo "Gataca", una trama de suspense en torno a la genética y la evolución de la especie. Es todo ficción, justo lo que necesito para evadirme. Hacía mucho que no leía ficción y mi mente la echaba de menos. Yo necesito evasión regular para poder sobrevivir.
Conseguí salir de la celebración, dejé a mis padres, y me fui a mi casa a esconderme del mundo. Me tiré en la cama, con mi pijama, mi botella de agua, y pasé el resto de la tarde con mi libro, el silencio, y la soledad, hasta la hora de cenar. Se me pasó el tiempo volando. Y en un momento pensé: "Dios, qué genial es leer". Me ha gustado leer desde siempre, era lo que más me gustaba de pequeña. Pero ahora no me refería solamente al acto de leer, sino a toda la atmósfera alrededor, a esos minutos de paz, a esos momentos de auténtica desaparación y separación del mundo. Esos momentos en los que casi da igual si el mundo se hunde a tu alrededor, porque te sabes en tu refugio a salvo, apartada de todos, inalcanzable, inaccesible, aislada...
A veces es un placer indescriptible saberse solo.
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