jueves, abril 19, 2018

Afilar el hacha

Hace unos días me llegó un mensaje a LinkedIn del Instituto de Empresa invitándome a una masterclass sobre la transformación de las organizaciones, centrada en el elemento humano, para la mejora de la productividad. Lo primero que pensé fue: "¿Por qué yo?". Pero entiendo que tiene que ver sobre todo con mi background internacional y mi puesto.

Por alguna razón que se me escapa, acepté la invitación inmediatamente y me registré en el evento, aun sabiendo que el mismo día y a la misma hora había una meditación de ho'oponopono (que suelen atraerme mucho más). De hecho, la meditación ha sido uno de los argumentos que ha estado manejando mi mente para intentar que desistiera de ir a esta conferencia, y casi lo consigue. Lo que sucede es que me estoy descubriendo haciendo cosas diferentes a las que solía hacer, y acudir a este evento está bastante alejado de los cursos de desarrollo personal "esotérico" que suelo hacer. Además, prometían catering, que siempre es un aliciente.

A pesar de la pereza mortal de tener que trasladarme, me he presentado en la conferencia. He tenido que luchar mucho contra mí misma y contra la pregunta: "¿por qué me hago esto?". Como si me estuviese imponiendo un castigo. Si hubiese cedido, me habría metido en cama a las cinco de la tarde para amanecer al día siguiente para ir a trabajar. Tampoco habría estado mal. Pero realmente quería probar a hacer algo distinto para variar. Y es que tengo la santa manía de quedarme atrapada en rutinas de las que no soy muy consciente.

Tengo mi eneatipo 3 un poco abandonado. Es una parte de mí a la que había renunciado deliberadamente en favor de otras actividades más espirituales. Pero he de reconocer que tengo un lado ambicioso, competitivo, vanidoso (como Cristiano Ronaldo), y le encanta ese aspecto profesional que se encuentra en este tipo de conferencias. Mi ego es feliz en ellas. Y he disfrutado mucho participando en ésta. Y sí, el catering ha sido estupendo.

He aprendido varias cosas en el día de hoy:

  • Tengo la creencia limitante de que reafirmar mi valía significa arrogancia. No debería sentirme mal por pensar que soy una persona de alto rendimiento y que poseo grandes cualidades para el trabajo. Jolín, es que es así. Por ejemplo, esta semana la gente de mi grupo expresaba en una reunión su incapacidad para hacer el acta de una reunión técnica, y yo jamás he tenido dudas de que podía hacerlo. Es más, lo he hecho mil veces. Otra cosa es que me parezca la cosa más tediosa del mundo y trate de quitármela de encima. Y ni siquiera lo he valorado nunca. Madre mía, cuánto me queda por trabajarme mi autoestima. Pero ahora veo a mi equipo y pienso: "soy una super jefa de proyecto". 
  • Tengo algunas características personales que no están bien vistas del todo, por eso las escondo. Ambición, competitividad. Pero son parte de mí y quiero aceptarlas como parte de mí, no dejarlas en la sombra. No hay nada malo en ellas. Renunciar a ellas, es como rechazar una parte de lo que soy, y no me da la gana. Quiero aceptarme por completo, también con mis "defectos".
  • Después de la charla puedo decir que aún me queda mucho por limar, pero en general, voy camino de ser una jefa estupenda, si no lo soy ya.
  • Aunque dije que iba a renunciar a emplear más tiempo en el trabajo, veo que es necesario invertir más en mi propia formación, y no lo estoy haciendo. Hay un conocido cuento de un leñador que se esfuerza mucho por cortar árboles, pero ve que no avanza demasiado, y alguien le pregunta cuánto hacía que no afilaba el hacha. El conocimiento es igual. No importa cuánto te esfuerces, da igual lo bueno que seas, es necesario sacar tiempo para capacitarse. Otra creencia limitante: pensar que la formación es una pérdida de tiempo. Quizás debiera replantearme el hacer el PMP (o un curso de coaching que lo voy a disfrutar mucho más).
  • La motivación viene del bienestar en el trabajo, pero sobre todo del bienestar fuera de él. Es necesario sentirse bien: comer bien, hidratarse, hacer ejercicio, dedicar tiempo a cosas que nos gustan, tener un equilibrio mental y emocional.
  • Para ser un buen líder hay que tener un pedacito del corazón de los miembros de tu equipo. Fundamentalmente ellos deben ser tus fans y confiar en ti. Para ello es necesario que busque vías para poder llegar a ellos. La charla de hoy ha explicado muchas, pero están totalmente fuera de mi alcance. De hecho, la charla podría haberse llamado "Cómo motivar millennials cuando tienes pasta" (no olvidemos cuál es el target del IE). Tendré que ser más imaginativa. Y sin abusar, que tampoco son idiotas.
  • Por mi nuevo rol, va a ser complicado que yo pueda participar en conferencias o eventos en la forma en que solía hacerlo antes. Pero quedarme en la oficina me termina por saturar. Si quiero participar en algo como esto, voy a tener que buscarme yo misma las oportunidades. Quizás pueda ver qué alternativas hay en MeetUp o similares. De nuevo, sin abusar. Tengo otras áreas de desarrollo que también me interesan. No quiero dejar de lado mis actividades espirituales, o hacer otras cosas que me puedan llamar la atención (qué siete, por dios).
Finalmente, hoy he contribuido a reeducar a un señor mayor que me estaba haciendo "manspreading" en el metro. He conseguido que cerrara las piernas y me dejara mi hueco. No hay nada como hacer de 8 y reclamar tu espacio. Cada vez se me da mejor la postura 8. Ya me puedo ir a dormir.

1 comentario:

Anónimo dijo...

:-)