La
energía ha cambiado, de una manera muy sutil, pero perceptible. Es como si se
hubiese abierto una ventana de expresión. La luna nueva ayer estaba posicionada en
Aries y eso siempre es un reset personal (Quirón también ha entrado en Aries).
Quizás por eso ayer sentí la necesidad de hacer de Pandora y abrir una caja de
secretos, aun con miedo a que los elementos externos pudieran dañarlos o la energía
se enmarañara de maneras insospechadas y poco deseables. Aunque sinceramente,
últimamente me manejo bien en la incertidumbre y el caos. Además Mercurio ha
entrado recientemente en directo y deja de ser tan travieso como su retrógrado.
“Guarda silencio”, pide la magia, pero a mí me dio igual. Necesitaba destaparme
y abrirme, y ello implicaba comunicarlos. Me sentí bien, me sentí liberada. En
realidad, fue como si una grieta se hubiese abierto en mi coraza y a través de
ella empezara a transfundirme a la vida.
Esta
mañana la sensación es diferente. Me encuentro más pesada y lenta. Es un día
que está empañado por el recuerdo del fallecimiento de mi tía Anita, y la pena
pesa. No podré ir a su funeral y me siento un poco culpable. La próxima vez que
visite el pueblo, iré a su cenotafio, que no existe como tal: es una roca de la
montaña donde se esparcieron sus cenizas. Fue humilde hasta para eso, aunque
ella solamente buscaba ser libre. Crisis ha colgado en FB “Libre” de Nino
Bravo. Creo que solamente ella y yo sabemos por quién va.
La
persona de mi tía es llorada y ensalzada un año después. Nadie ha hecho crítica
interna sobre el tema, como suele pasar con los vivos. Sin embargo, como
consecuencia y tal vez como equilibrio, la depresión planea de nuevo en la
familia. Lo siento por mis primos. La depresión es una especie de maldición
transgeneracional, como una espada de Damocles esperando a caer sobre todos
nosotros. Es bastante jodido saber que estás sentenciado, aunque mira, quizás
podría constelarlo y liberar a todo el árbol. Me lo apunto, aunque no tengo
muchas ganas de remover a mis ancestros.
Y sin
embargo, ayer me dio por pensar en mi bisabuela paterna y en su historia. Me
puse en su piel y pensé en lo mal que tuvo que pasarlo, y lo fuerte que fue
para seguir adelante. Me sentí unida a ella y a la vez reconfortada, como si
ella me sostuviera. A fin de cuentas, ella es la grande y yo la pequeña. Conozco
poco de mi bisabuela, y a estas alturas ya poco voy a saber. Con mis abuelos
fallecidos, y mi padre con tan pocos recuerdos de su infancia (a lo nueve) es
poco factible que pueda averiguar mucho más. Su corazón era débil, aunque no su
estructura. Me pregunto si su debilidad era genética o fueron sus
circunstancias las que la causaron. Este año reencontramos su tumba. Ya tengo a
alguien más que visitar. Cada vez hay más gente en los cementerios que en mi
agenda de contactos.
En un
rato saldré a comer y bajaré a una iglesia cercana. A veces suelo ir y entro en
el parque, que es una especie de remanso de paz, pero hoy entraré en la
iglesia, que tiene una capilla 24h. Oraré por todas ellas y también por mí,
para que la luz guíe nuestros caminos. Si es posible, encenderé una vela.
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