Esta noche he tenido un sueño horrible, una pesadilla. Era como si el monstruo de Jeepers Creepers nos estuviese cazando a mí y a mi grupo. Ha sido bastante impactante y, aunque sé que la melatonina tiene algo que ver, creo que tiene un significado especial. He intentado darle algo de sentido. Lo que más me ha resonado es que el sueño trata de algún miedo o inseguridad profundos que tengo que afrontar.
¿A qué tengo miedo? A todo realmente. Por algo soy un 6. Puede que dé una imagen diferente, bien porque me voy al contrafóbico (generalmente cuando no me queda otra), o porque me voy al 9 a evadirme, como si negando el miedo pueda evitarlo. Pero en general por dentro llevo muchos miedos e inseguridades, mucha vulnerabilidad.
Y entonces me doy cuenta de que estoy rodeada de lobos. Me encantaría ser un lobo, pero en realidad soy un cordero disfrazado que intenta pasar desapercibido. Preferiría estar oculta, estar en bambalinas y que nadie notase mi presencia. Generalmente en mi vida lo consigo, soy un ser bastante gris y anodino, pero a veces no me queda otro remedio que dar la cara y exponerme. Lo odio (salvo por esa parte 3 que también tengo). No quiero enfrentarme a los lobos. Se me da mal jugar a su juego.
Como no puedo ganar, mi prioridad es tratar de camuflar mi debilidad, porque de verla, se lanzarían a atacar. Supongo que nuestra parte animal: cuando hueles la debilidad, la explotas. Es algo casi instintivo. Pensamos que tenemos controlados nuestros instintos y que nos comportamos civilizadamente, pero solamente mientras el reptiliano no entra en juego. Luego estamos perdidos. Hoy he leído algo curioso en Twitter: los escáneres detectan la actividad del cerebro unos siete segundos antes de tomar una decisión. Luego, quizás no somos tan libres como creemos. Los que somos 6 tardamos menos, porque nuestra amígdala contiene un montón de respuestas automáticas de ataque-huida.
Los lobos me conectan con una gran miedo interior, la desvalorización. No estoy en mi mejor momento personal, por lo que es fácil arrastrarme allí, aunque me resista. Me sienta mal quedar en evidencia o parecer tonta. Esa inseguridad no solo me hace sentir inferior e incapaz, también me deja desarmada para defender mi posición. Se me da fatal argumentar, más cuando me siento inferior a alguien, lleve o no lleve razón.
Y tengo mal perder. Sufro por no haber sabido hacer mejor las cosas, y sufro por haber perdido. Es puro ego, estoy segura. Es una de las partes que tengo que trabajarme. Aunque, considerando todas las acciones que he podido tomar y no he hecho, debería sentirme contenta. Contenido el ego, me queda lidiar con la otra parte, la que se siente inútil.
En el zoológico de Córdoba existe una elefanta llamada Flavia. "La elefanta más triste del mundo", la llaman. Creo que es ella la que se coge la cola con la trompa para sentirse acompañada. Yo me siento muchas veces como esta elefanta. Llorar ayuda a desaguar la emoción, pero no basta con esto. Una vez vaciado, es necesario llenar el hueco. El problema es que no tengo nada con qué hacerlo. Así que la desvalorización volverá a ocupar parte del terreno. Llorar, dormir y vuelta a empezar: despertar con los lobos y tener que volver a posicionarte. Es agotador.
Muchas veces me pregunto por qué sigo aquí. Me encantaría encontrar una vía de salida (qué nueve). Pero también es cierto que he dejado de hacer planes a futuro, de buscar ilusiones, de perseguir sueños. Así que me toca seguir campando con los lobos e intentar no cagarla mucho para que no me destrocen viva. Pero ¿qué pasaría si permitiese que me despedazaran? La rendición tiene cierta atracción porque esconde la promesa de la paz, y paz es lo que me gustaría tener.
En fin...lo que está claro es que a pesar de ser una inútil, no me rindo fácilmente (¿por qué?). Mañana buscaré una tregua, algo que me aparte de la realidad inmediata y que me permita reponerme para poder seguir en la brecha. Dejaremos a los lobos para más adelante. A menos que ellos vengan a buscarme y me obliguen a dar la cara.
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