Apareció Gabriel, el pescadito. 8 añitos. Qué lástima la muerte de alguien tan joven y de esa manera. Parecía un niño tan dulce, tan salado...No ha sido una sorpresa, la historia no pintaba bien después de tantos días de búsqueda, pero la esperanza te ayuda a creer que un final feliz es posible. No ha habido que ir muy lejos para encontrar a su asesino: la mujer de su padre, una persona cercana y de confianza. Todos llevamos un asesino dentro, pero nunca sabemos qué es lo que va a detonarlo. He leído una hipótesis que habla del síndrome de Medea pero invertido. Aun así, me cuesta creer que quieras hacer daño tan deliberadamente a una madre, por muy "rival" que sea, y menos a quien es tu pareja, a quien se supone que quieres. Y cómo puedes hacer daño a un niño que seguramente te quiere y que te ha aceptado como parte de su vida. También me cuesta aceptar que alguien pueda tener semejante sangre fría para cometer un crimen y luego involucrarse en la investigación como si tal cosa. La mente humana es realmente extraña. Los próximos días irá saliendo más información sobre las motivaciones de esta mujer. Yo seguramente lo estaré comentando mañana en el desayuno.
Tampoco entiendo muy bien las reacciones a la noticia. Todo el mundo quiere sacar tajada del tema, haciendo de la muerte la bandera de cualquier causa abierta: inmigración, feminismo, machismo, izquierdas, derechas, la prisión revisable, la pena de muerte. Olvidamos qué es lo importante: el dolor de la familia, la labor policial, y la justicia. Todo lo demás me parece tan hipócrita y manipulado.
Más casos de hipocresía: el colegio de abogados de Almería se ha ofrecido ayudar la familia de Gabriel de forma "desinteresada". ¿Desinteresada? Les ofrecen ayuda porque la publicidad es inmejorable en un caso tan mediatizado. Si fueran anónimos, no habrían dudado en ejecutar las tarifas ordinarias. ¿No se sentirán discriminados otros clientes por el trato especial que recibirá esta familia? Es más, me pregunto qué hace que ciertos casos sean más mediáticos que otros. Cuando desapareció Diana Quer, desapareció a los pocos días otro chaval en Galicia, pero todo el foco de la prensa se lo llevó el primero. Una de mis primas ha difundido la foto de una niña de edad similar a la de Gabriel, pero no se habla de ella. ¿Por qué? ¿Por qué unos reciben más atención que otros?
Y por último, me parece hipócrita e innecesario esas expresiones de dolor exagerado que se ven en televisión. Nunca he entendido cómo la gente se planta en los juzgados o en las dependencias policiales para increpar a los acusados, como si fuera su tema, cuando no lo es. Se rasgan las vestiduras, como los fariseos. Pero en realidad solamente son turba, de la misma calaña que la asesina, porque solamente quieren satisfacer su sed de sangre. Si por ellos fuera, la lapidarían allí mismo y pensarían que han hecho justicia.
Tendremos tema para rato. Va a ser algo muy pesado e indignante.
Yo solamente espero que la familia pueda recomponerse de alguna manera, si eso es acaso posible. Es duro pasar por algo así y más lo es encontrar consuelo. Me da cosa hasta escribir esto, pero aquí también hay una lección a aprender, una lección tremendamente dolorosa, es verdad.
En cuanto a ti, Gabriel, pescadito, espero que puedas nadar en aguas más benévolas allá donde quiera que estés. Cuida de los tuyos, y que puedas ser feliz.
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