Este es el último post de este año, pero también de este blog. Tal como decía, sacrifico este blog para Mari, como un acto más de mi muerte simbólica que signifique algo para ella y para mi Inconsciente. Es un paso de compromiso, de afirmar que apuesto por mi cambio, por matar la persona que era y convertirme en una expresión. Es un sacrificio consciente, un suicidio, un asesinato.
Elijo este día porque me parece muy simbólico. Y no lo hago tampoco de cualquier manera: elijo el agua para morir, porque este elemento tiene muchísimo significado para mí.
Es, para empezar, mi elemento favorito, con el que tengo una conexión especial desde que era pequeña (aunque creo que estoy virando a la tierra). Mi madre dice que la primera vez que vi el mar, me fui directa al agua. Yo siempre he sido feliz en sus orillas y en sus olas. Tengo alma de sirena. Esa conexión se ha mantenido a través de los años.
Además, soy Piscis, signo de agua, de finales, de disolución. Piscis se simboliza como el mar, y es, sin duda, el mar donde van a morir todas las aguas y se integran con toda su experiencia adquirida en el camino hasta la desembocadura. Piscis es donde muere el zodiaco para comenzar un ciclo más, una vuelta más. Es la matriz gestante de la primavera (Aries). Es el signo del inconsciente colectivo.
El agua son emociones y sueños. El agua limpia y purifica. El agua sana.
El agua es también un símbolo de vida, porque la vida procede del agua y es el agua la que mantiene la vida. Tiene una clara referencia a la bolsa uterina donde nos adecuamos para venir al mundo. Así mi nueva yo se gesta en agua para salir al mundo (aunque lo haga en Capricornio). Morir para renacer.
Así muere este blog que representa lo que fui. Pero nos vemos (quizás) más allá de mi sombra.
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