domingo, diciembre 16, 2018

Definiendo 2019

Se va aproximando el final del año y qué mejor época para empezar a planificar el siguiente. Creo que es bueno empezar con tiempo a envisionar, en vez de dejarlo todo para el momento de las uvas, de una manera precipitada y espontánea. Los objetivos deben considerarse con calma.

Precisamente ayer participé en un taller de PNL dirigido a este fin. Me pareció interesante porque me apetecía conocer más sobre PNL (es algo que tengo en mi lista de temas a explorar), porque eran solamente dos horas, porque estaba muy enfocado, y porque lo impartía Johana Añez, que es una mujer encantadora.

La metodología es sencilla, pero la ejecución requiere de tiempo para pensar y para sentir, porque está muy relacionado con cómo de cómodos nos sentimos con el objetivo que nos marcamos. Hablo de "el objetivo" porque el taller partía de la premisa de esta unicidad, considerando que intentar abarcar demasiados objetivos es contraproducente. Además de que un objetivo puede contener pequeños subobjetivos, o que un objetivo puede servir a otros que no se han contemplado.

En mi caso, estas planificaciones me agobian un poco. Es como un pequeño bloqueo interior hacia la consecución de los mismos. Me suelo sentir abrumada. Aun así, fue fácil ponerme el objetivo porque ya lo estoy trabajando. Pero formalizar el plan de acción me parece importante. Ahora mismo estoy tomando acciones, pero están dispersas. Esto me sirvió para concentrarlo. Me salieron muchísimas acciones a tomar que he de ir incorporando poco a poco. Lo bueno es que tengo un año de plazo para cumplirlas y ver si me acercan o no a lo que me he marcado.

Por si a alguien le interesa, la metodología es la siguiente:
1. Definición del objetivo: ¿qué quiero y cómo quiero sentirme? La definición del objetivo debe ajustarse a los parámetros SMART, es decir: específico, medible, alcanzable, relevante y con tiempo determinado. Se plantea en tiempo presente. Uno de los aspectos más importantes de esta definición es cómo de bien te sientes con la definición de tu objetivo para llegar a una mejor concreción del mismo. Otro aspecto importante es que el objetivo tiene que ser "ecológico", entendido como que es positivo para ti y para tu entorno. Además únicamente debe depender de ti.

2. Identificar la fecha de inicio y fecha de consecución. Yo añadí puntos de control para verificar el progreso. Además se puede medir conforme a las variables definidas. Por ejemplo, si mi objetivo me va a hacer sentir segura, puedo preguntarme ¿cuán de segura me siento respecto del inicio? Y por supuesto, mirar las acciones emprendidas.

3. Valores y recursos internos de los que dispongo para alcanzar mi objetivo.

4. ¿Por qué o para qué lo hago? Aquí vamos a encontrar la creencia, que es el motor de la acción.

5. Plan de acción, es decir ¿qué acciones voy a tomar hacia mi objetivo? Esto tiene su miga porque el objetivo suele ser un poco general. Yo tuve que dividir el mío en áreas y asignar acciones en cada una. Las acciones eran a su vez generales, y tuve que descomponerlas en elementos más atomizados.
Por ejemplo, si mi objetivo es adelgazar y digo que voy a hacer dieta, esto es muy vago. Pero sí puedo decir que voy a tomar todos los días la verdura que me gusta para incorporar hábitos más sanos. La frecuencia diaria y el aspecto preferencia también son importantes porque refuerzan el hábito. Por ejemplo, si no me gusta el brécol, añadirlo a mi plan no me va a motivar tanto como si añado las acelgas, que sí me gustan. No se trata de tomar acelgas todos los días, sino que todos los días voy a tomar algo de verdura que me guste.
Otra cosa importante es añadir el sistema representacional de PNL. Todos tenemos un sentido más predominante que el resto, que es por dónde nos entra la información. Si yo soy visual, esta formulación del objetivo debe ser  lo más visual posible para que yo pueda interiorizarla. Si soy kinestésica, tengo que encontrar una emoción que me enganche.

Finalmente, el plan se puede ir reformulando con el tiempo. No significa abandonar el objetivo, sino ir adapatando el plan de acción a lo que tenemos en el plato: nuestras circunstancias, nuestro estado de ánimo, etc. Significa ser flexible y buscar alternativas. Significa darse cuenta que una acción quizás no es tan buena como habíamos pensado, que no está funcionando, o que no es la más adecuada para nosotros.

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