miércoles, marzo 21, 2018

El último rinoceronte blanco

(Foto tomada de @photogareth)

Se llamaba Sudán y tenía 45 años. Él era el último macho de su especie, el último rinoceronte blanco del mundo. Esta foto representa los últimos momentos de su vida, seguramente en el proceso de su eutanasia. Tuvieron que sacrificarlo tras agravarse la enfermedad que padecía. No pudieron hacer más, y debe ser muy frustrante no poder hacer más (vamos, lo sé). Sólo quedaba esto: acompañarlo en sus últimos momentos. En cierta forma es un homenaje a una criatura especial, única, e inigualable. Una criatura imponente y majestuosa. Un rey.

Es una foto triste, emotiva, pero también recoge mucha sensibilidad y ternura.
Esa foto me recuerda a los últimos momentos de Teína en la sala del veterinario: el mismo número de personas, la misma postura, los mismos sentimientos...mi niña...

Con Sudán muere también la esperanza de toda una especie. Otra especie que desaparece por la avaricia humana. Pronto acabaremos con otras más. Los grandes simios, los osos polares, los elefantes, las tortugas, los tigres...ellos serán los siguientes. Todos a causa de la acción humana.
Eso de las especies conocidas. Existen muchas especies que desaparecerán antes de ser descubiertas. Se estima que se extinguen 50.000 especies por año (sólo 7.000 de ellas conocidas). A finales del s. XXI habrán desaparecido dos tercios de las especies de la Tierra.

Parece poco importante. Para algunos "solamente" son animales. Lo dicen con desdén, con arrogancia. Pero con la desaparición de las especies, se empobrece el mundo. Cada vez hay menos variedad, menos diversidad. Esto producirá irremediable una escasez de recursos disponibles en el futuro, y los que haya serán cada vez más débiles. La falta de recursos traerá consigo más movimientos migratorios y más guerras por el acceso a los mismos. Sinceramente, casi me da igual que desaparezca el ser humano. Seguramente sería una bendición para el planeta. Pero me da rabia perder tanta belleza, abundancia y equilibrio solamente porque nuestra especie es un cáncer para el planeta.

Hoy pensaba en Ostara, en cómo las fiestas paganas con base astronómica, marcaban los ritmos del hombre en los tiempos antiguos. Cada fiesta era una forma de celebrar nuestra unión con la naturaleza y dar gracias por su generosidad. Pero también pensaba que, en nuestra arrogancia, nos creemos propietarios de la tierra y de sus recursos, los damos por hecho, cuando en realidad solamente estamos de prestado, y somos solamente una pieza más de un engranaje mucho más sofisticado. Somos muy ingratos, muy nocivos.

Ser testigo de la desaparición de una especie es doloroso. Es obsceno, es inmoral, es terrible. Qué tristeza más grande.

Siento que haya sido tarde para tu especie, Sudán. Sois una especie hermosa, grandiosa. Lástima que no todo el mundo sepa verlo. Lástima que a casi todo el mundo le dé igual.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La extinción masiva de especies que está teniendo lugar actualmente es similar a otras grandes extinciones previas que han tenido lugar en nuestro precioso planeta.

Únicamente que, en este caso, el desastre que desencadena la extinción es... el ser humano.