Quedan algunos días para que acabe este año, pero creo que es momento de ir recapitulando y finiquitando de cara a empezar el nuevo año. Solamente puedo decir que tengo muchas ganas de cerrar este 2018, aunque en realidad quedan todavía unos meses para que venza mi año 7. Aun queda espacio para las "sorpresas". 2018 ha sido un año muy duro, tal como lo he vivido y lo recuerdo, con experiencias muy duras que, inevitablemente, me han cambiado como persona. De hecho, podría decirse a modo de resumen que en este año he vivido la noche oscura del alma, porque he muerto y ahora transito el inframundo en espera de que llegue un tiempo para renacer, si eso es posible.
Fundamentalmente ha sido un año de pérdidas, pérdidas difíciles y dolorosas. Diría que se agrupan en tres bloques: el fallecimiento de mi abuela paterna, la pérdida de la persona a la que más quería, y la pérdida de BH. Estas pérdidas y todo lo que ha acontecido en torno a ellas generaron un gran número de emociones incómodas, tal como le gusta llamarlas a Raquel. Creo que el abanico es bastante amplio: me he sentido triste, hundida, herida, rota, maltratada, abusada, rechazada, ninguneada, ignorada, desplazada, abandonada, humillada, engañada, derrotada, resentida, frustrada, iracunda, culpable, arrastrada, desconcertada, perdida, confusa, descolocada, desesperada, desesperanzada, desganada, distante, indiferente, muerta...He vivido el dolor y el vacío más grandes que jamás sentí. He rozado momentos donde pensé que el dolor y la pena me devorarían por dentro, y que la locura se llevaría mi mente. He querido morir, he querido desaparecer. He perdido la ilusión y el futuro.
Sin embargo, he sobrevivido, aunque el coste ha sido alto: el precio de mí misma. La persona que yo era, ya no existe. Se perdió en el dolor. Y ahora simplemente no sé quién soy, me estoy buscando, me estoy construyendo.
Quizás sea injusto simplemente maldecir este año sin dar gracias por las lecciones aprendidas, y sin apreciar las cosas buenas que tuvo, que también las hubo, aunque no fueran muchas.
Como lecciones me quedo con las siguientes:
- El amor no lo puede todo. Da igual lo grande, intenso, bello y puro que sea tu amor, lo mucho que te esfuerces, lo mucho que luches y lo intentes, lo mucho que te des, lo mucho que entregues y estés dispuesta a entregar. Simplemente no es suficiente. Me parece triste, pero es así en mi realidad.
- El dolor físico puede ser tan grande que anule todo lo demás. Cuando el dolor es tan sumamente fuerte, no existe ni la identidad, ni la mente, ni la emoción. En esos momentos únicamente hay supervivencia. No sé si los analgésicos tardan en hacer efecto o es que realmente necesitaba una dosis doble. Tengo dudas sobre mi umbral del dolor.
- Soy la única persona que va a estar a mi lado pase lo que pase. Cuando no hay nadie más, siempre quedo yo. Tengo que aprender a confiar en mí, tengo que aprender a trabajar conmigo, tengo que construir una relación bonita conmigo.
- Llevamos en nuestro interior creencias y mandatos que nos impiden crecer y evolucionar. Creencias grabadas a fuego, tan arraigadas, tan familiares, que nos impiden ver lo mucho que nos limitan y nos dañan, incluso aunque provengan de nuestros padres y nuestra familia. La fidelidad familiar puede ser muy pero que muy perjudicial.
- Tiendo a creer que el sufrimiento es una resistencia a un proceso de cambio. El sufrimiento procede de negarse a ese cambio porque hay que romper estructuras muy firmes sostenidas por creencias arraigadas que se niegan a desaparecer. Da igual lo mal que estemos en una situación, nos aferramos a lo conocido y familiar. Es el "más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer". Perpetuamos el malestar por miedo a arriesgar, por miedo a dejarnos llevar. O por fidelidad familiar a nuestro sistema, aunque esté muerto.
- Pero el sufrimiento es también el resultado de unas expectativas no cumplidas y unas ilusiones rotas con las que hay que vivir.
- La mente se protege contra el dolor y contra lo desconocido, y para ello va a desarrollar estrategias como la distracción o la ceguera. Nos negamos a ver, nos negamos a sentir. A veces me sorprendo al descubrir los velos que han tapado mis ojos sin yo ser consciente de que los llevaba encima. Pero, al menos, cuando el dolor ha aparecido, he intentado no esconderme. He querido afrontarlo y sentirlo en la medida de lo posible para poder sanar. No sé si lo he conseguido del todo, porque los mecanismos inconscientes habrán manipulado más de lo que yo habría querido (así es el inconsciente). Puede que sea mejor así.
- El trabajo y el gimnasio han sido dos grandes anclas. De no ser por ellos, me habría vuelto loca. Ellos me han proporcionado el foco que necesitaba para no ser arrastrada hacia un lugar muy oscuro en mi mente. La familia ha sido otro ancla importante, aunque después he sabido que también ha sido un lastre durante mi vida, por el tema de la fidelidad familiar.
- He conseguido adquirir un hábito de comida saludable, donde el azúcar y los hidratos se han reducido. En fiestas es más complicado mantenerlo, pero nada que ver con el inicio. El momento más duro fue entrar en cetosis para superar la adición. He adelgazado unos cinco kilos y me siento fuerte. Creo que mejorar mi microbiota ha repercutido positivamente en mi serotonina.
- La experiencia de BH fue preciosa, por corta que fuera. Es algo muy bonito sentir la vida crecer dentro de una misma. Ahora él no está, pero tiene un espacio reservado en mi sistema familiar. Ha sido reconocido y aceptado en el sistema, y debería estar en paz a nivel genealógico.
- Los Dolomitas habrían sido más hermosos de no haber estado tan próximos a la muerte de BH. Me habría gustado verlos con él. Aun así es un paisaje impresionante.
- También habría querido compartir Ávalon con él. Ávalon me dio un significado y un camino, que ahora intento recorrer. Así llegué a la Primera Espiral y a su grupo, donde quizás encuentre una tribu. O no. En realidad me da igual.Siempre he sido una bruja solitaria y ecléctica, me las apaño bien sola.
- Quizás, gracias a la muerte de BH, haya podido descubrir los patrones y mandatos con los que cargo, reparando la historia de mi bisabuela. Es un mandato familiar fuerte: no hijos, no pareja, así como la búsqueda del padre. Y cargo con el miedo y la vergüenza de ella. Es como una condena de la que quizás no pueda escapar jamás, la condena a una vida solitaria. Saber esto me ha dado un trabajo personal a explorar, que me está resultado un poco duro, porque la mente se protege de muchas formas. Pero estoy siendo generosa con mi terapia, esforzándome, poniendo de mi parte, y tengo una terapeuta bastante cañera que no me permite esconderme. Llevo desde octubre explorando mi incosnciente y sacando la mierda que hay guardada ahí, y ha sido doloroso y difícil. Me queda trabajo por delante, bastante, y va a ser duro, pero quiero hacerlo. No sé dónde voy, y a veces la incertidumbre me mata (como buena controladora que soy), pero quiero hacerlo. Además, ahora que no tengo futuro, que no espero nada de nadie, y que he visto mis patrones, me siento más liberada.
Pasamos a cosas más alegres. Los conciertos: hubo varios y muy buenos. Me cuesta decidirme entre el de Pearl Jam y el de Nightwish para elegir el mejor, aunque el de Machine Head también fue muy bueno. Elijo a Dry River como descubrimiento del año. La música también ha cambiado en mi vida. Ahora me apetece escuchar menos metal, especialmente grupos muy oscuros. Pienso en álbumes como el "Hatebreeder" de COB y es que me pongo mala sólo de pensarlo. En cambio, me ha dado por los binaurales, que me transportan a un espacio en mi mente donde sólo hay paz. Creo que la paz es fría, pero produce bienestar. Hay quienes dicen que es la única felicidad que existe.
Me encantó el musical "El Rey León".
He hecho muchísimos cursos este año. Los he disfrutado, aunque creo que no les he sacado mucho provecho. Es una pequeña compulsión personal por el conocimiento que tiene que cambiar el próximo año, aunque va a ser difícil porque me siento atraída como una luciérnaga a la luz, porque todo me parece interesante. Es mi ala 7. Sí, Eneagrama quizás haya sido el curso que más me ha gustado y que más me ha calado. Eneagrama me ha enseñado mucho sobre mí misma y sobre los demás. Pero más me ha enseñado la vida. Sigo aprendiendo.
He participado en varias constelaciones. Se me dan bastante bien en general, teniendo en cuenta lo mental que soy. Reconozco que esa disociación es un problema, en cuanto a que no me permite zambullirme completamente en la actividad, pero puede que sea un mecanismo de defensa que me evita caer en cosas muy chungas. Me encantaría poder tener más intuición y más conexión con mi ser, que pasa por aprender a desconectar la mente.
Este año cerré mi último proyecto como coordinadora. Fue WITDOM, en Eslovenia, rodeada de nieve y un consorcio estupendo. En parte el mérito es mío, el haber conseguido ese buen rollo entre todos, y es mucho mejor resultado que la propia review del proyecto. Me siento afortunada por ello. En realidad, si lo pienso bien, no he conocido un consorcio malo.
Después de WITDOM he pasado a otras tareas. A veces echo de menos los proyectos y estar en las trincheras, pero mis retos actuales no son precisamente menores. Mi preocupación actual está en el grupo de la PPM, guiarlos, cuidar de ellos, y darles un sentido. Hay día en que los mataría, pero tengo un grupo estupendo. Ojalá consigamos mantener la sintonía en el nuevo año. Empezamos con el curso de PM2 que va a reunir a todos los jefes de proyecto, incluyendo los de fuera de Madrid, y eso espero nos ayude a estrechar lazos. La verdad que no he pensado mucho en cómo quiero que sea el trabajo en el 2019.
Mis círculos sociales han cambiado. Creo que estoy transicionando de unos a otros. Desde la muerte de BH los reduje al mínimo. He estado muy distante y muy replegada en mí misma, sin ganas de socializar ni compartir. He perdido gente en el camino, y creo que me resulta difícil retomar ciertos contactos porque los veo como en otro plano, como si ya no tuviéramos que ver. Pareciera que otros surgen, aunque no me hago ilusiones. En realidad me da un poco igual ahora mismo.
Y así entramos en 2019, que no creo que vaya a ser un año suave tampoco. Astrológicamente vamos a tener los nodos lunares en Cáncer y Capricornio, donde se va a dar la temporada de eclipses. Tocan temas de estructura y de familia (de lo que es familiar y hogar para nosotros). Todo se va a deshacer para emerger desde otra perspectiva. Creo que estoy bastante alineada con el proceso. Ya veremos.
Me encantó el musical "El Rey León".
He hecho muchísimos cursos este año. Los he disfrutado, aunque creo que no les he sacado mucho provecho. Es una pequeña compulsión personal por el conocimiento que tiene que cambiar el próximo año, aunque va a ser difícil porque me siento atraída como una luciérnaga a la luz, porque todo me parece interesante. Es mi ala 7. Sí, Eneagrama quizás haya sido el curso que más me ha gustado y que más me ha calado. Eneagrama me ha enseñado mucho sobre mí misma y sobre los demás. Pero más me ha enseñado la vida. Sigo aprendiendo.
He participado en varias constelaciones. Se me dan bastante bien en general, teniendo en cuenta lo mental que soy. Reconozco que esa disociación es un problema, en cuanto a que no me permite zambullirme completamente en la actividad, pero puede que sea un mecanismo de defensa que me evita caer en cosas muy chungas. Me encantaría poder tener más intuición y más conexión con mi ser, que pasa por aprender a desconectar la mente.
Este año cerré mi último proyecto como coordinadora. Fue WITDOM, en Eslovenia, rodeada de nieve y un consorcio estupendo. En parte el mérito es mío, el haber conseguido ese buen rollo entre todos, y es mucho mejor resultado que la propia review del proyecto. Me siento afortunada por ello. En realidad, si lo pienso bien, no he conocido un consorcio malo.
Después de WITDOM he pasado a otras tareas. A veces echo de menos los proyectos y estar en las trincheras, pero mis retos actuales no son precisamente menores. Mi preocupación actual está en el grupo de la PPM, guiarlos, cuidar de ellos, y darles un sentido. Hay día en que los mataría, pero tengo un grupo estupendo. Ojalá consigamos mantener la sintonía en el nuevo año. Empezamos con el curso de PM2 que va a reunir a todos los jefes de proyecto, incluyendo los de fuera de Madrid, y eso espero nos ayude a estrechar lazos. La verdad que no he pensado mucho en cómo quiero que sea el trabajo en el 2019.
Mis círculos sociales han cambiado. Creo que estoy transicionando de unos a otros. Desde la muerte de BH los reduje al mínimo. He estado muy distante y muy replegada en mí misma, sin ganas de socializar ni compartir. He perdido gente en el camino, y creo que me resulta difícil retomar ciertos contactos porque los veo como en otro plano, como si ya no tuviéramos que ver. Pareciera que otros surgen, aunque no me hago ilusiones. En realidad me da un poco igual ahora mismo.
Y así entramos en 2019, que no creo que vaya a ser un año suave tampoco. Astrológicamente vamos a tener los nodos lunares en Cáncer y Capricornio, donde se va a dar la temporada de eclipses. Tocan temas de estructura y de familia (de lo que es familiar y hogar para nosotros). Todo se va a deshacer para emerger desde otra perspectiva. Creo que estoy bastante alineada con el proceso. Ya veremos.
2 comentarios:
<3
Grandísimo post, por grandísimo ejercicio de memoria y análisis... gracias como siempre por compartir tu vida con nosotros a quienes les interesa y te apreciamos.
Espero que el 2019 sea un buen año.
Que tus Espíritus Guardianes estén contigo siempre.
R.
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