sábado, junio 23, 2018

11 semanas

Ayer BH habría llegado a las 11 semanas. Me había suscrito a una página que me iba enviando una especie de descripción de la evolución fetal cada semana, y he visto el boletín aparecer en mi inbox esta mañana con todos los detalles correspondientes: cuánto ha crecido, cuánto se ha desarrollado, cómo se mueve. No he podido evitar echarme a llorar otra vez, porque está mañana me he levantado sintiendo culpa de nuevo. Culpa porque quizás he hecho algo que matara a BH. Aunque no tengo ninguna certeza, lo pienso como posibilidad, y me entristece enormemente.

Ayer tocaba la revisión hospitalaria para que me dijeran qué tal voy con el vaciado. La bolsa ya no está (ya lo sabía), pero quedan restos de materia. Por eso me pusieron una nueva dosis de pastilla, para que sangre hasta el miércoles. Tengo que tener cuidado de no quedarme anémica. Y esto no evita que el miércoles me digan que finalmente me tienen que hacer un legrado. Quizás habría sido mejor ir a esto directamente.

Salí del hospital acojonada, esperando el brutal dolor del martes. En previsión me tomé un paracetamol nada más salir de allí, porque no quería que el dolor me pillara conduciendo camino a casa. Afortunadamente me dio tiempo a llegar.
El dolor apareció, pero mucho más tarde y no con tanta intensidad como el martes. Aun así no resulta agradable.

Raquel estuvo dándome consejos sobre piedras que podría usar para aliviarme. De todo mi catálogo me recomendó la turmalina, los hematites y la zoisita, aunque también añadió la sodalita y el cuarzo rosa. Me transfirió también música para poder escuchar. Me recomendó hacer EFT, pero cuando te duele mucho no estás para hacer ni tapping, ni ho'oponopono, ni mantras, ni leches. No sé, no tengo paciencia cuando lo único que puedo hacer es retorcerme. Aun así, las piedras me vinieron bien.

Raquel me ha ofrecido pasarme por el curso de EFT el fin de semana, para poder liberar, pero no sé si estoy entonada para ir. Hoy había un día solidario en el gimnasio para recaudar fondos para la asociación oncológica infantil, con actividades especiales. Yo tenía pensado ir a mindfulness por la mañana y a zumba por la tarde. Pero eso iba a ser con BH y cuando estaba bien. Ahora no me apetece. Lo mismo con las hogueras de San Juan, o con una posible excursión el domingo.

Además de intentar descansar un poco, no sé qué voy a hacer. Cuando estoy trabajando es más fácil, porque tengo algo con lo que distraer mi mente. Pero cuando cierro el ordenador, se me cae el mundo encima. No sé qué hacer para no pensar. No sé qué hacer para parar la culpa.  No sé qué hacer para no sentir el vacío. No sé qué hacer para no sentirme tan indefensa frente al futuro.

Mi jefa (eneatipo 7) me dijo ayer muchas cosas interesantes. Bueno, eso de ir hacia adelante como un toro arramplando con lo que se ponga por delante y disfrutando del momento es más su filosofía de vida. Pero sí hubo una frase en la que me quedé enganchada: nos empeñamos en que las cosas tienen que ser de una manera concreta, pero la vida puede cambiar en un segundo. Ella, en realidad, habla del apego al resultado. El apego a un plan que has trazado en tu mente y al que te aferras porque crees que es lo mejor, lo que te va a hacer feliz. Pero el universo, la vida, tiene infinitas posibilidades que no has considerado, porque estás apegado a una de ellas, y esas posibilidades pueden ser mejores que la tuya. No pueden, son mejores que la tuya, porque está esa arrogancia de pensar que sabemos más que nuestra alma, cuando nuestra visión es mucho más estrecha que la suya. Lo correcto y perfecto no es lo que te gustaría que pasara, sino lo que tu alma necesita para evolucionar realmente, aunque no lo entiendas. Abrazar la incertidumbre y sus infinitas posibilidades es confiar en la vida, es soltar tu apego para dejar que sea la vida quien te lleve hacia lo que necesitas vivenciar. Tu alma necesita ciertas lecciones de vida. Sí, entiendo el concepto, pero la práctica no es tan sencilla, porque me cuesta no tener una cierta seguridad. Aunque yo ahora no tengo planes para el futuro. Todo es inercial.

El martes pasado, en pleno brote, tuve un pensamiento. Hablaba de la lucha. De escoger una causa y luchar por ella. El pensamiento decía que daba igual la causa, que lo importante era la lucha, el movimiento generado, que era lo que movía el mundo. No había causa buena o mala. Pensé en los taurinos y antitaurinos. No había victoria final, ni derrota, no son importantes. Pero era necesario buscar una causa y luchar para mover el mundo, para generar las dinámicas en el mundo y propiciar las experiencias que necesitamos.
A qué viene todo esto? A nada realmente. Solamente que recibí esta idea y quería escribirla. Quizás se me está yendo la cabeza otra vez.

11 semanas. El lunes tenía mi primera cita con el obstetra. Habría sido iniciar el protocolo de verdad. Quizás me habría hecho una eco y habría escuchado su corazón nuevamente. La primera vez que lo escuché fue bastante impresionante. Tenía mucha fuerza y era muy regular. Parecía una pequeña lavadora centrifugando. Parece mentira que haya podido pararse. Parece mentira que ya no esté. Cuánto duele.

He cancelado la cita del obstetra y la suscripción al boletín, y he desinstalado una aplicación que me informaba de temas relacionados con el bebé. Recuerdo que una de las entradas hacía referencia al aborto espontáneo, pero ni quise leerla, porque según yo, eso no iba conmigo. Y aquí estamos. Qué idiota me siento a veces.

Y así comienza un nuevo día sin esperanza ni propósito. A la deriva.

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