viernes, junio 22, 2018

El duelo


Me despierto muy pronto hoy cuando esperaba haber dormido mucho más después de la terrible noche que pasé ayer. Empecé a llorar sin control durante un par de horas, tumbada en la cama, sin más consuelo que el de mi pobre almohada. A este paso voy a tener que comprarme una de esas que tienen brazos para simular un abrazo, y fingir que estoy cuidada y protegida. Es lo que más necesito ahora: sentirme arropada, sentir el contacto físico de alguien que me quiera y se preocupa, porque me siento muy desamparada. Aunque conociéndome, tampoco sé bien cómo aceptarlo porque no se me da bien recibir este tipo de afecto. Tampoco quiero que todo el mundo me ande abrazando. Soy de abrazo selectivo.

Anoche llegué a casa, después de una pequeña salida no muy exitosa, y rompí a llorar desconsoladamente. Lloré muchísimo y sentí cómo el corazón de desgarraba de dolor. Debieron ser un par de horas. No sé cómo hace el cuerpo para producir semejante cantidad de lágrimas. Con semejante disgusto, término con un dolor de cabeza impresionante, pero fui cayendo dormida poco a poco. Hoy me levanto con pesadez mental, y físicamente es como si me hubiesen dado una paliza. Ahora no puedo dormir más, pero sé que me va a pasar factura más tarde. Según pasan los minutos, aumenta la amenaza de llanto. Y encima hoy tengo que regresar al hospital para que me evalúen. No puede ser igual que el martes, pero aun así siento un poco de miedo a que se repita ese dolor inmenso que apenas se mitiga con los analgésicos.

Ayer estuve leyendo sobre cómo afrontar un aborto, todo desde el punto de vista tras generacional y sistémico. Hay montones de fuentes relacionadas con el aborto voluntario, pero no tantas sobre el involuntario, aunque hay elementos comunes. Todos los textos hablan de la importancia de dar al bebé un lugar en el sistema familiar. Esto no va a ser difícil porque yo lo siento así. Nacido o no, él es mi hijo, y no lo voy a olvidar nunca. Cómo podría? El diario del embarazo lo voy a quemar, porque lo escribía para él, pero las fotografías, las ecografías, eso se va a quedar conmigo como parte de mis recuerdos, aunque no resulten agradables del todo. Aunque no es que las necesite exactamente, porque los recuerdos importantes se guardan en un lugar especial en el interior de uno mismo.

Anoche tuve la sensación de que BH era un niño, pero eso ya son sensaciones que vienen no se sabe de dónde y que no son verificables. Son eso, intuiciones. Hice un ejercicio de constelación que encontré en internet. Fue bonito, integrador, y calmante, aunque requería de la participación de la figura paterna para cerrarlo, y bueno, a falta de esa presencia, simplemente lo evoqué para que me acompañara. Ésta siempre fue una de mis preocupaciones previas: no que BH tuviera un padre, sino cómo hacer para hacer presente la energía masculina en su vida.

No resulta fácil dejar partir a BH, pero lo iré despidiendo poco a poco con pequeños gestos simbólicos: la constelación, una carta, una oración. Aunque el vínculo entre nosotros siempre va a existir. Y cuando yo muera, quizás podamos conocernos como no hemos podido hacerlo en vida (aunque seguramente nuestras almas se conozcan desde hace varias).

Lo que llevo peor es intentar buscar una parte positiva a todo esto. No encuentro una razón para agradecer una experiencia así, no sé qué debo aprender, y me cuesta aceptar que esto sea lo "correcto y perfecto" para mí. Lo que sé es que ya me ha trasformado profundamente. Ya no soy la persona que entró en urgencias el martes. En mi mente todo ha cambiado. Pero el problema es que no sé hacia dónde he de evolucionar. A alguna gente le he dicho que no veo futuro, y es que es así. Soy incapaz de imaginarlo, de planear, de crear nuevas ilusiones. Me siento muy rota y desesperanzada.

Y aquí estoy, tirada en la cama, en mi bosque, volcando mi mierda, porque no se me ocurre otra forma. Sintiéndome sola, perdida, destruida, miserable. Y también está la culpa acostada conmigo. A ratos resulta insoportable vivir. No sé cómo voy a hacerlo.

No hay comentarios: