lunes, junio 25, 2018

Irrenunciable

Hay personas a las que simplemente no puedes renunciar. Porque no se puede renunciar a lo que amas.

Puedes intentar negarlo, puedes racionalizarlo, puedes poner distancia, puedes poner excusas, inventar razones, articular leyes y normas sociales. Puedes encapsular el sentimiento e intentar reprimirlo.
Pero las amas. Es así. Es un hecho, una certeza.

Simplemente al corazón no le dices a quién amar o no amar. Él va a su bola, y quiere lo que quiere, y quiere a quien quiere. Contra toda lógica, contra toda convención, contra toda norma, contra toda ley, contra toda moral. El corazón no entiende de esas cosas. Porque el corazón habla directamente con tu alma, y sabe lo que ella quiere (incluso necesita). Y el alma aspira a a la felicidad. Y para ella no hay imposibles, ni cortapisas, no hay etiquetas, no hay moldes donde encajar la realidad, no hay leyes.

Porque renunciar a estas personas es simplemente es negarse a uno mismo.
Es negar ese sentimiento que es real, que existe, que está ahí en la sombra. Pero todo lo que hay en la sombra busca reconocimiento para poder ser integrado.
Porque esas personas son parte de ti. Están imbrincadas en tu ser, hasta tal punto que no sabes dónde empiezas tú y dónde acaban ellos. Porque son como un tatuaje que se ha quedado grabado no ya en tu piel, sino en lo más profundo de ti. Son indelebles y permanentes. Tienen vocación de eternidad.

Renunciar a estas personas y al amor que sientes por ellas, es negarse a la vida, a la ilusión, a la magia.
Porque esas personas te complementan, te completan, te llenan, te abren a mundos nuevos, a posibilidades nuevas, a puntos de vista nuevos.
Esas personas le dan sentido a la palabra felicidad, a la palabra amor, a la palabra deseo.
A todo lo que palpita y vibra.
A todo lo que en ti clama por la libertad de ser en su máxima esencia, a su más pura expresión.
Porque esas personas te hacen sentir, te hacen gozar, te hacen soñar, te hacen desear, te hacen querer ser mejor, te hacen mejor.
Porque son el maná de tu alma.
Iluminan tu universo y le dan color; dan cuerda a tu mundo y lo mantienen en marcha; te rompen los esquemas y te sacan de tu zona de confort; rasgan las ataduras que te retienen; te obligan a enfrentar el mundo y tus creencias, a modificarlo para acomodar todo aquello que te entregan; te hacen crecer.

Porque esas personas te han cambiado profundamente, de manera que ya no puedes volver atrás.
Porque sin ellas nada volverá a ser igual.
Porque perderlas es morir.

Sí, al final, lo escribí.

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