lunes, junio 25, 2018

Ansiedad

La tristeza no ha desaparecido, pero su intensidad ha disminuido y resulta más llevadera. Sigo llorando, pero menos frecuentemente y menos tiempo. La novedad es la ansiedad.

Me levanto cada mañana con mucha ansiedad. Está agarrada principalmente en el pecho, aunque a ratos la siento en el estómago, incluso en el abdomen. Es puro miedo. Mi corazón late más deprisa y me palpita, parece que me falte el aire y me oprime el pecho, me siento indefensa y vulnerable, me siento desesperanzada. Intento respirar más despacio y profundamente, me hago rondas de EFT, intento decirme que todo está bien, escucho música relajante,...pero cuesta apaciguarla.

A veces me despierto toda agitada. No sólo rompe mi sueño, sino que después es imposible volver a dormir, y tardo en conseguir volver a conciliar el sueño. Hoy también he tenido un sueño extraño en el que trabajaba en una oficina laberíntica y no conseguía regresar a mi sitio. Iba al baño y me perdía, y acababa haciendo una entrevista de trabajo inesperada con una mujer que era muy severa y a la que todo el mundo temía, pero a quien yo parecía caer bien.

Creo que debería ir al psicólogo, pero son malas fechas. El miércoles tengo que regresar al hospital para otra exploración. Sigo sangrando, pero menos. También tengo menos molestias abdominales. Aun así, podrían hacerme un legrado. Y el domingo próximo empezaba mi viaje. Ahora todo queda en el aire. Y aun así lo peor sigue siendo el afrontar cada día sin ilusión.

Entre semana, al menos, tengo trabajo para ocupar mi mente. Este finde ha sido difícil. He ordenado armarios. No todos, pero bastantes, y tengo bastantes cosas para tirar. Eso me ha tenido ocupada, pero a ratos ha sido insuficiente. Porque nada de lo que hago me va a devolver a BH (está claro), y tampoco me consuela, ni me hace sentir que tenga el control de mi vida. Esa incertidumbre, esa falta de garantía, me mata. Ya sé que siempre es así en la vida, pero en estos momentos necesitaría tener algo seguro a lo que aferrarme. Quizás por eso me vuelco en el trabajo, porque a día de hoy parece lo más real y tangible.

Quiero que todo pase, quiero sentir que todo está bien, quiero dejar de sentirme hundida y débil, quiero sentirme fuerte, quiero sentir la paz interior, quiero que la vida me sonría y me muestre un futuro de colores.

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