Litha. Solsticio de verano. Un día de celebración de la luz y la vida. Pero yo este año no voy a celebrar nada. No tengo nada que celebrar. Voy a coger mi peluche más cercano, lo voy a abrazar y voy a volver a dormir. Dormir y llorar es lo único que puedo hacer.
"Llorar en estos casos no sirve para nada. Hay que salir adelante". La persona que me ha dicho esto no lo dice con mala fe. Al contrario, quiere que no me quede anclada en el dolor. Pero no tiene ni idea de lo que dice. Mi mente ya ha decidido que va a ignorar el consejo. Porque si hay algo que debo hacer es llorar. Llorar (y dormir) es lo más terapéutico que existe. Llorar es como limpiar la estancia del corazón. Sólo que ahora en la estancia habita una tristeza inmensa, y no tengo ni idea de cómo me voy a reponer de esto. Simplemente no soy capaz de verlo, y no tengo fuerzas ni ilusión. Tampoco es el momento.
Me despierto y estoy machacada. Me duele la cabeza, me duele el alma, siento el vacío que ha quedado en mi abdomen. Nunca fue tan duro levantarse de la cama. Levantarse para qué? Para funcionar en modo autómata todo el día. Tengo además las evaluaciones semestrales del grupo, y es lo que menos me apetece del mundo, porque tengo que escuchar sus quejas y sus reclamaciones, aconsejarlos, decirles qué hacen bien y qué pueden mejorar, cuando lo único que quiero es llorar mi pérdida. Estoy mejor cuando tengo que centrarme en una tarea de escribir.Hoy tampoco iré a la oficina. Estoy agotada y además allí no puedo llorar libremente.
Algunas personas me han recomendado coger una baja, pero necesito trabajar para no volverme loca del todo. En una semana me voy de vacaciones, que espero me ayude a desconectar. Va a ser un viaje triste, porque quería haberlo compartido con BH. Ver las montañas altas y respirar el aire limpio de los Dolomitas. Voy a ser muy mala compañía para el grupo, aunque el grupo también está tocado por la noticia.
Vuelvo a sentir dolor en el abdomen. A estas alturas debería estar bastante despejado. Me tomaré un paracetamol. Ojalá también hubiese una pastilla para el dolor del corazón, aunque a estas alturas seguramente sería una adicta. Y lo peor es que hay que afrontar el dolor directamente para poder sanarlo. Los seres humanos somos demasiado complejos.
Agradezco las muestras de cariño, que han sido bastantes. Sobre todo agradezco las silenciosas, las que acompañan sin querer solucionar nada, simplemente estar a mi lado. Sé que a veces me cuesta reconocerlas y aceptarlas, pero esta vez no tengo energía para aparentar ser fuerte. Sé que eso me expone mucho, pero no puedo hacer más. Ya no me importa demostrar mi debilidad. Estoy fatal, pero es pronto para remontar. No soy tan digital. Cómo duele.
Siento hambre. Recuerdo las palabras de mi abuela paterna cuando murió mi abuelo: "el cuerpo es muy bruto". Quería decir que el cuerpo no entiende de duelos. A fin de cuentas es la capa baja de la estructura humana. No damos la suficiente importancia a nuestro sistema autónomo, que trabaja para nosotros y por nosotros. Es quien nos mantiene vivos. Por eso él sabe de mi desgaste y de lo que necesito para seguir funcionando. Y lo pide.
Mi mente me hace bromas y me dice cosas que supuestamente son simpáticas, como " ya puedes tomar cerveza" o "ya puedes teñirte". Pero no me hacen ni puta gracia.
Se me está yendo la cabeza. Creo que debería atender a mi sistema autónomo. Y a mis gatas, que también dependen de mí. Pero la tentación de seguir durmiendo es muy grande. Mi cama, mi almohada, mi peluche: mis fieles compañeros. Cuánto duele.
"Llorar en estos casos no sirve para nada. Hay que salir adelante". La persona que me ha dicho esto no lo dice con mala fe. Al contrario, quiere que no me quede anclada en el dolor. Pero no tiene ni idea de lo que dice. Mi mente ya ha decidido que va a ignorar el consejo. Porque si hay algo que debo hacer es llorar. Llorar (y dormir) es lo más terapéutico que existe. Llorar es como limpiar la estancia del corazón. Sólo que ahora en la estancia habita una tristeza inmensa, y no tengo ni idea de cómo me voy a reponer de esto. Simplemente no soy capaz de verlo, y no tengo fuerzas ni ilusión. Tampoco es el momento.
Me despierto y estoy machacada. Me duele la cabeza, me duele el alma, siento el vacío que ha quedado en mi abdomen. Nunca fue tan duro levantarse de la cama. Levantarse para qué? Para funcionar en modo autómata todo el día. Tengo además las evaluaciones semestrales del grupo, y es lo que menos me apetece del mundo, porque tengo que escuchar sus quejas y sus reclamaciones, aconsejarlos, decirles qué hacen bien y qué pueden mejorar, cuando lo único que quiero es llorar mi pérdida. Estoy mejor cuando tengo que centrarme en una tarea de escribir.Hoy tampoco iré a la oficina. Estoy agotada y además allí no puedo llorar libremente.
Algunas personas me han recomendado coger una baja, pero necesito trabajar para no volverme loca del todo. En una semana me voy de vacaciones, que espero me ayude a desconectar. Va a ser un viaje triste, porque quería haberlo compartido con BH. Ver las montañas altas y respirar el aire limpio de los Dolomitas. Voy a ser muy mala compañía para el grupo, aunque el grupo también está tocado por la noticia.
Vuelvo a sentir dolor en el abdomen. A estas alturas debería estar bastante despejado. Me tomaré un paracetamol. Ojalá también hubiese una pastilla para el dolor del corazón, aunque a estas alturas seguramente sería una adicta. Y lo peor es que hay que afrontar el dolor directamente para poder sanarlo. Los seres humanos somos demasiado complejos.
Agradezco las muestras de cariño, que han sido bastantes. Sobre todo agradezco las silenciosas, las que acompañan sin querer solucionar nada, simplemente estar a mi lado. Sé que a veces me cuesta reconocerlas y aceptarlas, pero esta vez no tengo energía para aparentar ser fuerte. Sé que eso me expone mucho, pero no puedo hacer más. Ya no me importa demostrar mi debilidad. Estoy fatal, pero es pronto para remontar. No soy tan digital. Cómo duele.
Siento hambre. Recuerdo las palabras de mi abuela paterna cuando murió mi abuelo: "el cuerpo es muy bruto". Quería decir que el cuerpo no entiende de duelos. A fin de cuentas es la capa baja de la estructura humana. No damos la suficiente importancia a nuestro sistema autónomo, que trabaja para nosotros y por nosotros. Es quien nos mantiene vivos. Por eso él sabe de mi desgaste y de lo que necesito para seguir funcionando. Y lo pide.
Mi mente me hace bromas y me dice cosas que supuestamente son simpáticas, como " ya puedes tomar cerveza" o "ya puedes teñirte". Pero no me hacen ni puta gracia.
Se me está yendo la cabeza. Creo que debería atender a mi sistema autónomo. Y a mis gatas, que también dependen de mí. Pero la tentación de seguir durmiendo es muy grande. Mi cama, mi almohada, mi peluche: mis fieles compañeros. Cuánto duele.
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