martes, octubre 30, 2018

Compañeras de camilla

Siempre que llego a acupuntura me pasan a una sala oscura que está llena de camillas ocultas tras unos biombos de tela. Es como estar en un hospital de campaña. No se ve nunca a las personas que ocupan estas camillas, salvo que hayas coincidido con ellas en la recepción. No conozco a demasiadas. A las que conozco lo hago por su voz y las historias que cuentan. No hay demasiada intimidad y de los diálogos con la acupuntora se puede sacar alguna información. Cada persona tiene su historia y su dolencia, su razón para estar allí. No es que quiera cotillear, es que resulta inevitable escuchar.

Yo me tumbo, me asaetean, y me dejan descansando bajo las mantas. A veces duermo, pero no siempre es posible. No puedes moverte demasiado con las agujas so pena de hacerte daño. La postura termina siendo un poco rígida. El día que no consigo dormir me paso dos horas en silencio, mirando el móvil, o bien escuchando estas conversaciones ajenas.

Hay muchas mujeres, como suele pasar en las terapias alternativas. Muchas de ellas vienen por temas de fertilidad. Muchas de ellas son mujeres solteras que quieren ser madres a una edad tardía. Una de ellas se llama Úrsula, la osita. Una osa y una leona heridas como compañeras de camilla. Nunca he interaccionado con ella, pero siento curiosidad. De pequeña tuve una muñeca rubia de pelo rizado llamada como ella. Me pregunto si se parecerá, aunque siempre me la imagino castaña con el pelo largo y recogido.

Ayer Úrsula estaba triste. Creo que lleva mucho tiempo intentándolo sin éxito. Es un proceso agotador a nivel mental y emocional. Tu cuerpo sufre la carga de una hormonación excesiva, que lo que hace es hincharte cada vez más, y al mismo tiempo te revuelve las emociones. A veces te caes porque no tienes garantías y la inversión económica, física, mental y emocional es muy alta. Muy alta quizás para nada. Y te puedes llegar a sentir muy sola e incomprendida. Son momentos de bajón en los que te preguntas si merece la pena todo lo que estás pasando, en los que se pone a prueba no solamente el proceso, sino también tus relaciones y tu propia identidad. El proceso te moldea y te transforma, no siempre para bien.

Úrsula trasluce su dolor y su tristeza a través de su voz cuando habla, y con sus quejas cuando Ya Lin le pincha las agujas. Luego queda en silencio en esa sala oscura. No hace frío, pero lo parece, porque llevas el frío dentro. Y yo siento su silenciosa pena y no puedo evitar simpatizar con ella. Me gustaría hablar con ella y decirle que estoy ahí, que la comprendo, que la acompaño, que me parece una mujer increíble solamente por la entereza con la que está llevando el tema. Creo que podría cogerle la mano solamente para que sintiera que hay alguien a su lado que la apoya. Eso seguramente haría más que las palabras. Se trata de calor humano, de acompañamiento humano.

Pero para ella solamente soy una sombra que dormita en la camilla de la esquina. Ya Lin la apoya con sus palabras, dentro de lo que su español le permite (que es bastante). Ya Lin es estupenda. Salvo cuando me clava alguna aguja al quiebro.

Espero que Úrsula tenga suerte. Espero que todas la tengan.

No sé si fue Alejandro o Diego quienes me dijeron recientemente que la acupuntura estaba al nivel de la homeopatía. Yo solamente puedo decir que acabo de pasar una de las mejores reglas de mi vida, y la acupuntura podría tener que ver. No solamente gano en mejora hormonal y circulatoria, ir allí me da también un tiempo para mí misma, un tiempo para vivir otras historias, un tiempo para evolucionar espiritualmente.

No hay comentarios: