Nunca pensé que yo asistiría a una velada de combate de kickboxing, pero estoy en una fase de probar cosas nuevas. Parece que va en mi numerología base. A ver si Paz me lo explica bien y me entero. Pero sí, diría que necesito estímulos nuevos. Y ¿por qué no ver algo que puede gustarme?
La experiencia más próxima a un combate que tenía hasta ahora, eran los kumites de kárate. Hace mucho de esto. A mí no me gustaban particularmente, pero creo que tiene que ver con el miedo a perder. De todas formas, no teníamos muchos, no sé si porque nuestro estilo era shito ryu, que no me parece el más combativo, o porque mi profesor era más espiritual y prefería las katas. Pero entiendo la necesidad de hacer combates de vez en cuando para poner a prueba los conocimientos adquiridos, aunque aquí el cuerpo tiene mucho que decir. Si encima vas a competir, es fundamental, dado que se necesitan experiencias para poder aprender. Cuantos más combates, más aprendes, y también acostumbras al cuerpo a recibir golpes, que es otra parte importante. Porque golpes hay.
La velada se celebraba en el club Metropolitano. No lo conocía, y eso que hace poco que he pasado por esa zona. Es un gimnasio bastante grande y completo. Tienen hasta una especie de rockódromo, me parece alucinante. En la planta de arriba había un ring, que no sé si siempre está montado, y alrededor sillas de maderas no demasiado cómodas. Había bastante gente, la mayoría hombres, aunque el número de mujeres no era desdeñable. Me he sentado hacia el final de la sala. No se veía mal, pero obviamente nada como ponerse cerca de las cuerdas.
Diez combates, nada más y nada menos. Ocho de hombres, tres de mujeres. Yo venía fundamentalmente a ver competir a Yaiza, una de las profesoras de fitboxing. Hace poco se proclamó campeona de España de su categoría. En los europeos parece que no ha tenido tanta suerte. Es una chica muy maja, muy animosa, aunque nos da mucha caña en los entrenamientos. Se nota que compite porque su cuerpo está totalmente tonificado. No la había visto antes en acción, y no me ha decepcionado. Su combate ha sido uno de los más interesantes, desde mi punto de vista, aunque quizás en ello tiene que ver que era el que más me importaba. Usa mucho el back-kick, que es bastante efectista visualmente. Ha ganado por unanimidad de los jueces.
En el resto de combates había de todo un poco. Alguno ha sido un poco aburrido. Tampoco es que sepa mucho del tema, aunque en general es bastante fácil saber quién ha ganado antes de que lo proclame el árbitro. Los púgiles ("peleadores", como han dicho por megafonía, madre mía) también lo saben, supongo que uno sabe perfectamente qué rendimiento ha tenido, dónde ha golpeado y dónde ha sido golpeado. Salvo en un caso, en que uno celebraba la victoria con anticipación y los jueces han fallado a favor del contrincante. Pobrecillo, pena me ha dado.
El tercer combate ha estado bastante bien. Ha salido un chaval de un club de Pozuelo con un físico impresionante. Qué definición muscular. Los mejores pectorales de la jornada. Casi me enamoro. Y esto no tiene tanto que ver con el físico (que ayuda), o su forma de ocupar el espacio, sino con el poder personal que emanaba de él. Sé que es difícil de entender, porque quizás no es muy evidente, pero es así: la energía es una cosa que me resulta tremendamente atractiva. Me ha recordado a Javi ligeramente, un amor platónico. ¿Qué habrá sido de él? Por cierto, el chaval ha ganado su combate gracias a una patada en pleno estómago que ha llevado a KO. Un round ha necesitado. Impresionante.
Otra de las curiosidades del día ha sido uno de los combates femeninos, donde una de las chicas ha recibido el impacto en la cara de su oponente y ha empezado a sangrar, no sé si por la nariz o por la boca. Se ha parado el combate para recibir asistencia, pero la hemorragia no cesaba. Finalmente ha tenido que abandonar. Pobrecilla, pero es justo.
Me he marchado en los combates por el cinturón de campeones. Aquí competían solamente hombres, todos ellos sin protector craneal. Me estaban pareciendo buenos combates, pero era un poco tarde, no había comido nada desde la merienda (que tampoco ha sido gran cosa), y mañana tengo que madrugar. Una pena, pero así son las cosas. Habrá más campeonatos, imagino.
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La experiencia más próxima a un combate que tenía hasta ahora, eran los kumites de kárate. Hace mucho de esto. A mí no me gustaban particularmente, pero creo que tiene que ver con el miedo a perder. De todas formas, no teníamos muchos, no sé si porque nuestro estilo era shito ryu, que no me parece el más combativo, o porque mi profesor era más espiritual y prefería las katas. Pero entiendo la necesidad de hacer combates de vez en cuando para poner a prueba los conocimientos adquiridos, aunque aquí el cuerpo tiene mucho que decir. Si encima vas a competir, es fundamental, dado que se necesitan experiencias para poder aprender. Cuantos más combates, más aprendes, y también acostumbras al cuerpo a recibir golpes, que es otra parte importante. Porque golpes hay.
La velada se celebraba en el club Metropolitano. No lo conocía, y eso que hace poco que he pasado por esa zona. Es un gimnasio bastante grande y completo. Tienen hasta una especie de rockódromo, me parece alucinante. En la planta de arriba había un ring, que no sé si siempre está montado, y alrededor sillas de maderas no demasiado cómodas. Había bastante gente, la mayoría hombres, aunque el número de mujeres no era desdeñable. Me he sentado hacia el final de la sala. No se veía mal, pero obviamente nada como ponerse cerca de las cuerdas.
Diez combates, nada más y nada menos. Ocho de hombres, tres de mujeres. Yo venía fundamentalmente a ver competir a Yaiza, una de las profesoras de fitboxing. Hace poco se proclamó campeona de España de su categoría. En los europeos parece que no ha tenido tanta suerte. Es una chica muy maja, muy animosa, aunque nos da mucha caña en los entrenamientos. Se nota que compite porque su cuerpo está totalmente tonificado. No la había visto antes en acción, y no me ha decepcionado. Su combate ha sido uno de los más interesantes, desde mi punto de vista, aunque quizás en ello tiene que ver que era el que más me importaba. Usa mucho el back-kick, que es bastante efectista visualmente. Ha ganado por unanimidad de los jueces.
En el resto de combates había de todo un poco. Alguno ha sido un poco aburrido. Tampoco es que sepa mucho del tema, aunque en general es bastante fácil saber quién ha ganado antes de que lo proclame el árbitro. Los púgiles ("peleadores", como han dicho por megafonía, madre mía) también lo saben, supongo que uno sabe perfectamente qué rendimiento ha tenido, dónde ha golpeado y dónde ha sido golpeado. Salvo en un caso, en que uno celebraba la victoria con anticipación y los jueces han fallado a favor del contrincante. Pobrecillo, pena me ha dado.
El tercer combate ha estado bastante bien. Ha salido un chaval de un club de Pozuelo con un físico impresionante. Qué definición muscular. Los mejores pectorales de la jornada. Casi me enamoro. Y esto no tiene tanto que ver con el físico (que ayuda), o su forma de ocupar el espacio, sino con el poder personal que emanaba de él. Sé que es difícil de entender, porque quizás no es muy evidente, pero es así: la energía es una cosa que me resulta tremendamente atractiva. Me ha recordado a Javi ligeramente, un amor platónico. ¿Qué habrá sido de él? Por cierto, el chaval ha ganado su combate gracias a una patada en pleno estómago que ha llevado a KO. Un round ha necesitado. Impresionante.
Otra de las curiosidades del día ha sido uno de los combates femeninos, donde una de las chicas ha recibido el impacto en la cara de su oponente y ha empezado a sangrar, no sé si por la nariz o por la boca. Se ha parado el combate para recibir asistencia, pero la hemorragia no cesaba. Finalmente ha tenido que abandonar. Pobrecilla, pero es justo.
Me he marchado en los combates por el cinturón de campeones. Aquí competían solamente hombres, todos ellos sin protector craneal. Me estaban pareciendo buenos combates, pero era un poco tarde, no había comido nada desde la merienda (que tampoco ha sido gran cosa), y mañana tengo que madrugar. Una pena, pero así son las cosas. Habrá más campeonatos, imagino.
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