domingo, octubre 14, 2018

La boda del año

La boda de Viti y Leti. Jamás pensé que llegaría a ver esto. Ayer formalizaban su boda de Las Vegas a través de un enlace religioso en la parroquia de su "barrio", la de toda su vida. Esa parroquia ha sido siempre un punto focal en sus vidas. Ellos se conocieron en torno a la actividad de la parroquia, y su pandilla de siempre salió también de aquellas paredes. No cabía la posibilidad de otro lugar para el enlace.

La de ayer fue una ceremonia larga y pausada, como los novios querían. Él vestido como un sureño estadounidense, con clara rockera, ella con estilo medieval. Las flores estaban hechas a ganchillo por la hermana de ella. Todos los amigos contribuyeron de cierta manera a la boda. Algunos leyeron, otros hicieron las peticiones, y el resto formaron el coro que cantaría todas las canciones de la ceremonia. Para mí, el coro fue lo mejor. Como diría después el hermano del novio, se nota que llevan mucho recorrido juntos. Están totalmente compenetrados y sincronizados, todo bajo la batuta de Carolina, que vivía con pasión cada una de las letras. Además cantan bien. La canción final fue un regalo de los amigos a los novios: una canción escrita por ellos para los novios, a ritmo de rock `n`roll, contando la vida de los contrayentes. Me pareció genial. Me gustó también que sonaran la batería y la guitarra eléctrica.

El rock estuvo muy presente. De hecho, los novios ofrecieron a Dios parte de sus recuerdos asociados a la música, incluyendo fotos de conciertos, un DVD de AC/DC y un VHS de Bon Jovi. Me pareció un gesto bastante bonito, muy significativo. Me gustó también el discurso final del novio dando gracias a Dios por cosas como la naturaleza, los ríos y las montañas que tanto les gustan. Se emocionó y todo, y mira que es difícil verle así. Leti sí lloró, varias veces, pero ella es más emocional.

Una boda muy sentida para los novios, que tuvieron la suerte de contar con el párroco de toda la vida conduciendo el ritual. De las lecturas, salió la "Carta a los Corintios" de San Pablo, que es uno de los textos más bonitos que existen sobre el amor, por muy manida que pueda resultar. Yo no me canso de escucharla. En cambio, la primera lectura y el salmo responsorial no me gustaron tanto. El sermón del cura tampoco me gustó mucho, aunque parece que sí a los novios.

El convite se celebró en el campo de golf de La Hinojosa. Es un sitio bastante agradable, con bonitas vistas hacia Barajas y el Campo de las Naciones. Buen día también para una boda, soleado y de temperatura ideal. La comida estuvo bien (riquísima la carrillera), armonizadad con clásicos del metal y del rock, que lamentablemente apenas se escucharon por las conversaciones de los invitados. En un momento me pareció distinguir algo de Gotthard, pero no puedo asegurarlo.


Se supone que en el baile íbamos a escuchar mucho rock y metal, pero las primeras horas del mismo fueron canciones más de público general, incluyendo pasodobles, éxitos pop, y éxitos latinos. Los Kukusus casi se cortan las venas. Al final de la velada sí, empezaron con el popurrí: Barricada, Porretas, Barón Rojo, Ozzy, Judas, Rammstein, Bon Jovi (of course), Guns 'n' Roses, Iron Maiden (con Dickinson y no con Di`Anno jajaja)...Manowar, también. Pero en vez de ponerme el "Hail and Kill" me plantan el "Carry on". Amos, hombre.

Antes de abrir el baile, un momento revival musical. Los amigos de la infancia, que en su momento tuvieron una banda de nombre "Salvation", sacaron los instrumentos y se marcaron un mini concierto con el novio de frontman. Efectivamente, se nota el recorrido: se nota que se conocen, que lo pasan bien, que no tienen vergüenza, que tienen tablas. El conciertillo estuvo muy bien y el novio creo que estaba emocionado de poder revivir los viejos tiempos. Hace mucho tiempo, la verdad.



Me tocó, como era de esperar, en la mesa de los Kukusus. No estaban todos, lamentablemente, y alguno lo desplazaron a la mesa de los Indroides. Me senté entre mi sobrino y Mr Steeler. Me sorprendió gratamente poder hablar con él de energías, no me lo esperaba. Creo que podríamos organizar un grupo de conversación entre los puramente racionales y los que tenemos un pensamiento más...no sé cómo definirlo ¿abierto? Lo tendré en cuenta si llego a organizar la quedad de Navidad.


El punto raro lo tuve con Diego y su novia. Este año está siendo muy kármico para mí, y con la puñetera venus retrógrada, tenía que salir este tema de todos modos. Tenía que afrontarlo de una vez, y sinceramente, creo que no ha terminado de resolverse. Volverá a aparecer, pero será de otra forma. La culpa realmente la tiene Diego, que me puso de mala leche el día anterior a la boda, preguntándome cómo actuar. Sé que su intención no era mala, pero me sentó mal que pensara que íbamos a tener un altercado. ¿Quién cojones se cree que soy? ¿Acaso cree que no sé comportarme en público? ¿Que iba a montar un pollo en un evento? ¿Por él? ¿Acaso se cree que no he superado el tema?

Al final no me presentó a la chica, y yo la ignoré totalmente, incluso teniéndola al lado. Si no me la presentan, para mí es una desconocida por la que no voy a hacer el intento de conocerla. Como si fuera cualquier otro desconocido de la boda. Que es una boda, no un evento de networking. Diego llegó a preguntarme otra vez si me la presentaba, y le dije que hiciera lo que le pareciera. De hecho, podría habérsela presentado al resto del grupo. ¿Lo hizo? Creo que no.

Que Diego se sentara con los Kukusus y la chica con los 4treros fue también raro. No fue una deferencia a mí. En mi opinión tiene más que ver con el hecho de que Diego y ella habían cortado hace unos meses y volvieron después. Pero que ahora no se sentaran juntos me parece raro, habiendo sitio tanto en una mesa como en otra. Esto ya es cosa de Diego. Si no quería traerla a nuestra mesa, podría haberse ido a la otra. La chica allí parecía integrada.

El punto cómico de la boda, además del strip-tease del Cervi (qué vergüenza ajena) y la torpeza de mi cuñado manchándome el vestido de cerveza  (mi maravilloso y precioso vestido, debería decir), me lo dieron los zapatos. Por la mañana elegí unos zapatos antiguos, negros, de tacón, y de tiras que hicieran juego con mi vestido (¿he dicho ya que me encanta mi vestido?). Pero el pegamento de las tiras estaba pasado, y camino de la ceremonia fueron soltándose las tiras una a una. Yo rezaba por que me aguantasen hasta llegar al banquete, porque mi cuñado me iba a traer unas sandalias de mi hermana de repuesto, pero camino del metro, se rompió completamente la suela y me quedé solamente con la plantilla del zapato. Con esas, tuve que irme a Carrefour a comprarme unos zapatos nuevos. A dios gracias era sábado y había tiendas abiertas. Afortunadamente encontré unos zapatos de salón clásico negros que me salvaron la vida. Al final de la velada terminé descalza igualmente para poder bailar, pero por lo menos no me dejé los pies en el asfalto.


A falta de una sorpresa inesperada, no voy a tener otra boda en lo que queda de año. Al año que viene estoy invitada a una en Palencia o en Cuenca (según decidan los novios), pero seguramente será de las últimas bodas de mi vida. Estoy esperando que Luis y Carmen se decidan, y quizás Diego me dé la sorpresa. Por lo demás, no me puedo imaginar otra invitación.

Ahora me quedan las comuniones y los funerales.

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