Un día
levantaste la mirada y ella no estaba. Se fue silenciosamente, sin ruidos, sin
avisos, sin barullos. Se llevó con ella sus ojos, sus caricias, el sonido de su risa, su apoyo y su
amor, todo lo que te ofreció y no valoraste.
Un día
levantaste la mirada y la echaste de menos. De repetente el mundo era gris y carente de color. De repente el mundo era más frío y
hostil contigo, y no tenías el refugio de sus brazos para que te abrazase, ni el reconfortante calor de su
piel para que te calentase. Nadie te prestaba oídos a tus temas y habías dejado
de ser importante. Nadie te admiraba más, nadie apostaba por ti, nadie luchaba por ti, nadie moría por ti.
Porque ella simplemente no estaba.
Un día
levantaste la mirada y sentiste el vacío en el interior de tu pecho.
Un día
levantaste la mirada y sentiste el dolor de perder al ser que más te amaba.
Y ahora
me pregunto: ¿puedo hacer algo por recuperarme?
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