Hoy comienzo un viaje energético. Durante esta semana estaré trabajando los preparativos que desembocan en este rito uterino llamado "13º rito del útero Munay-ki", el próximo sábado. Imagino que ese día haremos una meditación colectiva en remoto para recibir el paquete energético correspondiente, algo así como lo que se hace en las meditaciones de bendición del útero de Miranda Gray. Pero hasta entonces, cada día, hay que ir haciendo una serie de pasos de acondicionamiento energético del útero para recibir y acomodar la energía del paquete energético.
Se supone que no puedo hablar mucho del tema, y creo que es mejor así. Solamente diré que tengo deberes y que necesito sacar tiempo. Pero también me hace ilusión. Es algo que quería hacer y los pasos previos son importantes para que la mente vaya tomando conciencia y se vaya enfocando en el rito.
Es la primera vez que participo en este rito de carácter puramente femenino. Imagino que los hombres también podrían participar, como pasa en la meditación de bendición, pero no creo que haya muchos hombres interesados. De momento, no he visto a ninguno en la lista de los participantes. Es una pena, pero también entiendo que no se sientan atraídos por algo que creen que no les pertenece.
Mi experiencia con este tipo de ritos se reduce a un par de círculos de mujeres y a varias meditaciones de bendición. Las meditaciones de bendición me parecen muy bonitas. Supongo que lo del sábado será parecido, teniendo en cuenta que Sandra es Moonmother. Son meditaciones guiadas relacionadas con la luna y las ancestras. La primera vez que la hice sentí una conexión muy fuerte con mi línea materna, fue muy cálido y acogedor, y sentí mucho amor. Después las sensaciones han sido variadas. En agosto se vuelve a convocar una. Se convocan a nivel mundial con cuatro slots de conexión, y en cada una se trabaja además un arquetipo. También las hay presenciales (me extraña que Sonia no haya organizado nada), pero la única en la que he participado me quedé dormida.
Pero si hay algo realmente impresionante de estos eventos es la energía que se genera y la conexión que se crea. Más en presencial que en remoto, claro. La conexión es importante para mí, siempre intento conectar con la gente en cualquier ámbito. En estas prácticas, siempre me ha parecido precioso saber que al mismo tiempo que yo estoy meditando hay alguien más compartiendo lo mismo, y que de alguna forma nos vamos a encontrar. Además estamos sumando nuestras energías, estamos alimentando una intención, le estamos dando fuerza, y ésta va a llegar a nosotros muy amplificada. Alguna vez incluso me he emocionado y he llorado. La experiencia más fuerte que he sentido sucedió con el taller de lo Divino Fememino con Sandra. Qué coloque de energía, qué potencia, qué conexión. Desde entonces, cuando me encuentro con alguna de esas mujeres, siento como encontrarme con alguien de la familia. Algunas conocen cosas de mí que nadie más sabe. Y yo de ellas (y hay algún caso especialmente duro).
La energía femenina siempre ha sido un tema resbaladizo. Sigue siendo tabú, se sigue ocultando y ninguneando. Es una especie de miedo al poder de lo femenino, cuando es tan necesario. Igual que lo es la energía masculina. Existe un cierto desequilibrio en favor de lo masculino, cuando ambas energías se necesitan y se complementan. En mi caso, durante años he querido ser un hombre porque parecía el modelo perfecto a seguir, como si ser mujer fuera una tara. He trabajado en ambientes muy masculinos y he querido ser como ellos. Hasta los he emulado, infructuosamente.
Ahora ya no. Ahora quiero aceptar lo que soy, aunque no sé bien cómo hacerlo. Sigo pensando que no soy demasiado femenina y que por eso estos ejercicios son difíciles para mí. También tengo la sensación de que esa carencia se manifiesta en mi exterior, en la forma en la que los demás me perciben. Quizás por eso no tengo demasiada suerte con los hombres, porque no soy lo suficientemente atractiva, sensual, suave, acogedora. Y que conste que me niego a dos cosas:
1) Que me consideren de menos por expresar mi esencia femenina.
2) Renunciar a mi parte masculina. Porque también me gusta y me parece que me aporta cosas interesantes. De hecho, he debido ser la única en el grupo que ha preguntado (entre otras muchas cosas) si podía dejar a mi deidad masculina en el altar durante el rito. Seguro que me dicen que no.
Para mí es importante potenciar lo femenino que hay en mí. Y el útero es clave en este aspecto. El útero es el centro de poder de una mujer. No sólo es un centro de creatividad y vida, es también un lugar de transmutación, es un crisol. Por eso es fundamental cuidarlo a nivel físico y a nivel energético. Esto no nos lo enseñan en ningún lado (como casi nada relacionado con el aparato reproductor femenino), pero hay que saberlo como mujer. El útero es un lugar especial y mágico.
Desde el aborto siento que debo restablecer la energía de mi útero, porque es como si hubiese quedado afectado por la experiencia. Por no decir que tengo tres miomas, que tienen que ver mucho con la fertilidad y la desvalorización. No me preocupan mucho, pero están ahí.
Yo ahora hago mis anclajes desde el útero, para que se nutra bien de la energía de la tierra, y estoy trabajando el segundo chakra todo lo que puedo (y me acuerdo) para fortalecerlo. Ejercicios como este rito van orientados a una limpieza de energías (yo lo habría programado para una menguante, pero en fin), y a un restablecimiento de la energía. Así que son una herramienta más a mi alcance. Aunque el trabajo debería ser diario (ay, qué duro).
Se supone que no puedo hablar mucho del tema, y creo que es mejor así. Solamente diré que tengo deberes y que necesito sacar tiempo. Pero también me hace ilusión. Es algo que quería hacer y los pasos previos son importantes para que la mente vaya tomando conciencia y se vaya enfocando en el rito.
Es la primera vez que participo en este rito de carácter puramente femenino. Imagino que los hombres también podrían participar, como pasa en la meditación de bendición, pero no creo que haya muchos hombres interesados. De momento, no he visto a ninguno en la lista de los participantes. Es una pena, pero también entiendo que no se sientan atraídos por algo que creen que no les pertenece.
Mi experiencia con este tipo de ritos se reduce a un par de círculos de mujeres y a varias meditaciones de bendición. Las meditaciones de bendición me parecen muy bonitas. Supongo que lo del sábado será parecido, teniendo en cuenta que Sandra es Moonmother. Son meditaciones guiadas relacionadas con la luna y las ancestras. La primera vez que la hice sentí una conexión muy fuerte con mi línea materna, fue muy cálido y acogedor, y sentí mucho amor. Después las sensaciones han sido variadas. En agosto se vuelve a convocar una. Se convocan a nivel mundial con cuatro slots de conexión, y en cada una se trabaja además un arquetipo. También las hay presenciales (me extraña que Sonia no haya organizado nada), pero la única en la que he participado me quedé dormida.
Pero si hay algo realmente impresionante de estos eventos es la energía que se genera y la conexión que se crea. Más en presencial que en remoto, claro. La conexión es importante para mí, siempre intento conectar con la gente en cualquier ámbito. En estas prácticas, siempre me ha parecido precioso saber que al mismo tiempo que yo estoy meditando hay alguien más compartiendo lo mismo, y que de alguna forma nos vamos a encontrar. Además estamos sumando nuestras energías, estamos alimentando una intención, le estamos dando fuerza, y ésta va a llegar a nosotros muy amplificada. Alguna vez incluso me he emocionado y he llorado. La experiencia más fuerte que he sentido sucedió con el taller de lo Divino Fememino con Sandra. Qué coloque de energía, qué potencia, qué conexión. Desde entonces, cuando me encuentro con alguna de esas mujeres, siento como encontrarme con alguien de la familia. Algunas conocen cosas de mí que nadie más sabe. Y yo de ellas (y hay algún caso especialmente duro).
La energía femenina siempre ha sido un tema resbaladizo. Sigue siendo tabú, se sigue ocultando y ninguneando. Es una especie de miedo al poder de lo femenino, cuando es tan necesario. Igual que lo es la energía masculina. Existe un cierto desequilibrio en favor de lo masculino, cuando ambas energías se necesitan y se complementan. En mi caso, durante años he querido ser un hombre porque parecía el modelo perfecto a seguir, como si ser mujer fuera una tara. He trabajado en ambientes muy masculinos y he querido ser como ellos. Hasta los he emulado, infructuosamente.
Ahora ya no. Ahora quiero aceptar lo que soy, aunque no sé bien cómo hacerlo. Sigo pensando que no soy demasiado femenina y que por eso estos ejercicios son difíciles para mí. También tengo la sensación de que esa carencia se manifiesta en mi exterior, en la forma en la que los demás me perciben. Quizás por eso no tengo demasiada suerte con los hombres, porque no soy lo suficientemente atractiva, sensual, suave, acogedora. Y que conste que me niego a dos cosas:
1) Que me consideren de menos por expresar mi esencia femenina.
2) Renunciar a mi parte masculina. Porque también me gusta y me parece que me aporta cosas interesantes. De hecho, he debido ser la única en el grupo que ha preguntado (entre otras muchas cosas) si podía dejar a mi deidad masculina en el altar durante el rito. Seguro que me dicen que no.
Para mí es importante potenciar lo femenino que hay en mí. Y el útero es clave en este aspecto. El útero es el centro de poder de una mujer. No sólo es un centro de creatividad y vida, es también un lugar de transmutación, es un crisol. Por eso es fundamental cuidarlo a nivel físico y a nivel energético. Esto no nos lo enseñan en ningún lado (como casi nada relacionado con el aparato reproductor femenino), pero hay que saberlo como mujer. El útero es un lugar especial y mágico.
Desde el aborto siento que debo restablecer la energía de mi útero, porque es como si hubiese quedado afectado por la experiencia. Por no decir que tengo tres miomas, que tienen que ver mucho con la fertilidad y la desvalorización. No me preocupan mucho, pero están ahí.
Yo ahora hago mis anclajes desde el útero, para que se nutra bien de la energía de la tierra, y estoy trabajando el segundo chakra todo lo que puedo (y me acuerdo) para fortalecerlo. Ejercicios como este rito van orientados a una limpieza de energías (yo lo habría programado para una menguante, pero en fin), y a un restablecimiento de la energía. Así que son una herramienta más a mi alcance. Aunque el trabajo debería ser diario (ay, qué duro).
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