viernes, julio 13, 2018

Llanto

Y cuando crees que todo está más o menos bien, te tumbas un momento en el sofá antes de regresar a trabajar, en el silencio de tu salón, en la penumbra de la estancia, y rompes a llorar. No sabes cuál ha sido el detonante, ni por qué lloras realmente. Solamente estás llorando y no puedes parar.

Nadie te oye, nadie te ve, nadie comparte esa experiencia contigo. Es un momento de comunión con tu niño interior, que está inconsolable. Esta vez es un llanto suave, casi dulce, quizás balsámico.Y sabes que es mejor dejarle llorar hasta que se canse, porque sea lo que sea lo que ha desencadenado el llanto, no puede quedarse dentro.

Quizás estás demasiado cansada para portar la armadura.
Quizás el parar ha dejado un resquicio en la mente para que el dolor pueda salir al exterior.
Quizás te estás curando.
Quizás te estás rompiendo.
Quizás te estás muriendo.


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