sábado, julio 28, 2018

El caso Sloane


Esta película tenía muchas ganas de verla porque tenía buenas referencias sobre ella. También tenía una idea sobre lo que podía ser el argumento, pero aquí estaba un poco equivocada. Aun así, la película me ha gustado bastante, aunque resulta muy difícil empatizar e identificarse totalmente con la protagonista.

Elizabeth Sloane es una lobbista profesional en EEUU. Su trabajo es influenciar las decisiones de los congresistas que deben votar a favor o en contra de ciertas leyes que se debaten en la agenda política. Y ella es muy buena en su trabajo porque tiene los contactos, tiene los medios, y conoce las maniobras que es necesario hacer en cada momento. Su lema es la sorpresa, siempre adelantándose a las circunstancias y a las jugadas de sus adversarios. Para ella la causa es lo de menos, lo importante es ganar. No importa los límites que haya que traspasar, siempre que sea necesario para ganar. Es ejecutiva, fría, robótica, segura, implacable, y extremadamente inteligente y astuta.

Elizabeth ama su trabajo. Es adicta al mismo de hecho. Vive por y para las causas que representa, o mejor dicho, por la victoria. Pero todo ello tiene un precio: por un lado su salud se resiente debido al estrés y la tensión que soporta. Sufre de insomnio crónico y toma anfetaminas para poder aguantar el ritmo frenético que vive. Por otro lado, carece de vida propia. Está sola y simplemente se dedica a cubrir sus necesidades básicas de una manera muy poco gozosa. No tiene amigos, no tiene apenas relación con sus colaboradores de trabajo, y contrata los servicios de gigolós para satisfacer sus necesidades sexuales. Viste impecablemente, muy elegante, pero toda su ropa es de colores blanco, negro y algo de gris. Yo diría que es un eneatipo tres bastante insano.

Aparece una causa en su vida que no puede rechazar: una legislación a favor del control de armas en Washington DC. Acepta inmediatamente por el reto que supone, dejando de lado el despacho para el que trabaja, y llevándose a parte de su equipo con ella. Pero además del reto pareciera que hubiese alguna motivación oculta que la lleva a defender el control de las armas. Se enfrentará a toda la maquinaria de su antiguo despacho, así como a la industria armamentísticas. Contra todo pronóstico, la causa del control de armas irá ganando poco a poco terreno en la campaña, debido al empuje y las artimañas de Sloane. Esto hará que sus adversarios, que tampoco tienen demasiados escrúpulos, hagan todo posible por desacreditarla. De esta manera, conseguirán llevarla al tribunal ético para rendir cuentas por un tema administrativo en una de sus causas anteriores. Lo que no esperan es que ella guarde un as en la manga.

Como digo, el personaje de Elisabeth es bastante desagradable porque pareciera que haya perdido su humanidad. Es una persona extremadamente dura. Lo es con los demás, pero lo es especialmente con ella. No se permite sentir, ni intimar, ni involucrarse en temas emocionales. Tengo la sensación de que lleva tanto tiempo reprimiendo su humanidad, que se ha creado un callo duro en su piel, una barrera infranqueable. Y sin embargo, como humana que es, no puede evitar tener ciertos momentos de debilidad, como la simpatía que desarrolla por Esme, una joven de su equipo superviviente de una matanza sucedida en Bloomington; supongo que Esme le recuerda a ella de joven (aunque ya apuntaba maneras entonces). También demuestra cierta debilidad con su amante, cuando en un momento dado se resiente de toda la presión que llega a soportar por el transcurso de los eventos. Y finalmente la actuación final, que a mí me parece una especie de vía de escape a una vida indeseable en la que se siente atrapada.

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