Este fin de semana se presentaba como oportuno para quedar con gente y sincronizar. Pero después de una semana bastante dura, no me quedaban ganas de socializar lo más mínimo. Tampoco quería quedarme en casa. Y, de repente, llegó un correo de Vidaes con dos actividades para la tarde del viernes: un taller de acompañamiento transpersonal y una meditación llamada "Deeksha". Ni idea de qué era cada cosa, pero a veces apetece probar algo nuevo y diferente.
El acompañamiento transpersonal parece una especie de sistema de coaching. De hecho, la herramienta utilizada en el taller ha sido la rueda de la vida, que es muy utilizada en el coaching. Me ha fastidiado un poco porque me obligaba a elegir las áreas con cuidado, no fuera cosa que tuviera que hacer una puesta en común y compartirlas con el resto de los asistentes. Es demasiado íntimo, y yo soy muy reservada. Aun así ha vuelto a surgir el tema de la autoestima como motor del resto de mis áreas. No es una novedad, pero me ayuda a tomar conciencia.
Los asistentes también han contribuido a la sesión con sus temas personales, más por lo que se infiere que por lo que dicen realmente. De entre todos destacaba una chica con gran necesidad de protagonismo que parecía obsesionada con el ego. Y luego también había un chico gallego con problemas de ansiedad. Es curioso cómo todos conocemos nuestro problema, pero ninguno lo señalamos directamente, como si nos diera miedo ir directamente al meollo de la cuestión. Imagino que se trata de algún mecanismo de defensa.
Igualmente he sabido que Bruce Springsteen lleva años tratándose la depresión y que usa el deporte como forma de incrementar sus niveles de endorfinas.
También es interesante ver cómo cuando nos marcamos objetivos, nos ponemos objetivos muy grandes que son inalcanzables en el momento, pero no somos capaces de descomponerlos en partes más pequeñas y asumibles, lo cual se traduce en un fracaso desde el mismo momento de la concepción de la idea. No es que el objetivo final sea una utopía o ilegítimo, sino que requiere de varios hitos antes de llegar a su consecución. A veces desesperamos o nos rendimos antes, porque no somos capaces de ver el valor de las cosas pequeñas (muy pequeñas) que están a nuestro alcance. Por eso, me ha gustado mucho poder marcarme como objetivo el tomar una porción de chocolate dentro de los próximos 15 días para aumentar mi autoestima, como pequeño placer personal que me hace sentir bien.
Tras el taller, la meditación. La meditación deeksha es una forma de meditación con transferencia de energía, similar a las iniciaciones de algunas prácticas, como reiki o registros. Como se hacen con los ojos cerrados, no sé muy bien qué hace el facilitador (se le llama "deeksha giver") en dicha transferencia, aunque supongo que se basará en el dibujo de sellos y símbolos energéticos con cierta intención. En la meditación deeksha esa intención es provocar una expansión de la conciencia de la persona que recibe, lo cual ayuda, entre otras cosas, a cambiar su enfoque vital, cambiando las emociones y las percepciones.
Yo he entrado en meditación enseguida, a un nivel muy profundo. Esto ha sido antes de la transferencia energética, se ve que mi mente tenía ganas. Me gustaría pensar que he llegado a nivel de onda theta, pero ya me vale con un estado alpha. Mi mayor preocupación era quedarme dormida, pero afortunadamente no ha sido así, aunque he estado rozando ese estado en un par de ocasiones. Por tanto, creo que ha sido una buena meditación. Al incorporarme sí he sentido cómo se instalaba la energía en el cuerpo, dejándome un poco groggie, pero muy relajada y serena, como si nada importase mucho. Un estado ideal par ir a dormir.
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